Los que se van suelen ser recordados por sus glorias, o por sus miserias. A veces es oportuno acordarse de ellos con una sonrisa. Este cuento es de junio de 2001, cuando el gobierno radical de entonces era batido por el tsunami de la crisis que se llevó a Fernando de la Rúa. Es la viñeta de una reunión del entonces presidente y sus legisladores en Olivos.
“Lo más importante es despertar el optimismo, ¿me entienden?… Porque estamos saliendo de la crisis. Pero no podemos ir a la calle con cara de culo, hay que despertar el entusiasmo.” Fernando de la Rúa Presidente había logrado, cuando era casi la medianoche en Olivos, la atención total de los senadores de la Alianza, con quienes había compartido los cabritos de la amistad. Los legisladores que participaron de la cena en seis mesas junto a un puñado de ministros, se habían levantado y formaban un corro en torno del presidente. Querían escuchar con atención el diagnóstico final de su jefe, que había empezado con dramatismo.
Cuando se había escuchado por segunda vez la palabra «despertar» un ronquido sincopado alcanzó los oídos de todos, menos de quien hablaba. “Chacho” Alvarez, que funcionaba como un custodio de De la Rúa cuando había mayoría radical, frunció el ceño y buscó con la mirada al autor material del agravio. Detectó al chaqueño Luis León, que dormía profundamente -ignorando los gritos de guerra de De la Rúa- con el mentón acordeonado sobre el pecho.
La furia del vicepresidente empezó a traducirse en sonrisas, a medida que se mezclaban las palabras del presidente («No podemos exponernos a más derrotas en el Senado…», decía) con los rugidos de este León chaqueño.
Eduardo Angeloz se encrespó y quiso despertarlo. Llamó a León por lo bajo y no tuvo respuesta. Entre los dos había otro senador, Edgardo Gagliardi, que parecía escuchar con abstracción al Presidente. Angeloz lo llamó a Gagliardi, ignorando que este legislador rionegrino recibía en su tierra el apodo cariñoso de «el Sordo». Como Gagliardi no respondía, Angeloz extendió el brazo para tocarle el hombro, pero con tan mala fortuna que venció la silla donde se sentaba y terminó estrepitosamente en el suelo, arrastrando a dos de sus colegas.
Entre risas y ayudando a Angeloz a ponerse de pie, algo que costó bastante, los senadores dieron término al discurso del Presidente. Uno de los ministros presentes se cubrió la cara con las dos manos y musitó: «Con un partido así, ¿adónde vamos a llegar?». El ex gobernador de Córdoba intentaba ponerse de pie y repetía: «Y eso que tomé sólo gaseosa, no probé otra cosa».
Foto: En 2011, Eduardo Angeloz celebró sus 80 años. En la foto, junto a Juan Manuel Casella (su candidato a vicepresidente en 1989) y Edgardo Grosso, que fue su vicegobernador en Córdoba.