OFICIALISMO Y OPOSICIÓN USAN EL CASO MALDONADO PARA MANTENER AL VOTO FIEL ◘ ESO LES IMPIDE ENSAYAR SOLUCIONES EFICACES QUE EXIGEN ALGÚN RIESGO ◘ EL GOBIERNO ES VÍCTIMA DE ARGUMENTOS QUE ÉL MISMO CONSTRUYÓ ◘ CUANDO ERA OPOSICION DENUNCIABA FRAUDE ELECTORAL ◘ LO QUISO CAMBIAR EL AÑO PASADO ◘ AHORA EL PERONISMO, QUE RECHAZÓ ESE CAMBIO, DENUNCIA FRAUDE ◘ EL CASO MALDONADO LE SIRVE PARA PEDIR QUE SAQUEN A LA GENDARMERÍA DEL CONTROL ELECTORAL •
Oficialismo y oposición se han impuesto en Buenos Aires el mismo método: asegurar el voto que tuvieron el 13 de agosto. Hasta el 22 de octubre tienen que mantener aferrado a su público detrás de sus consignas y no defraudarlo con gestos equivocados. Por eso el gobierno se abraza al orden y complace a su voto que repudia las algaradas callejeras. Cree que cuanto más desorden en las calles, mejor les irá a sus candidatos. El peronismo, en cambio, aprovecha todas las oportunidades de descalificar a su adversario, al que mira arrinconado en sus despachos. Respalda las protestas callejeras y se pone detrás de quienes reclaman planes sociales o reivindican la figura de Santiago Maldonado. Todo le sirve.
El gobierno, como ocurre siempre, paga el precio del aprendizaje que le suele llevar por lo menos dos años a cada nueva administración. También el peronismo está aprendiendo a ser oposición. Raro, porque los caciques de uno y otro lado tienen sobrada experiencia como administradores. Pero a ser presidente no enseñan en ninguna academia. El costo del aprendizaje es que nasdie se anima a pensar los problemas “out of the box” (fuera de la caja, ensayando soluciones inesperadas). Hacerlo arriesgaría la fidelidad de sus apoyos actuales. Si Macri hubiera encabezado la búsqueda del joven Maldonado en Chubut hubiera demostrado audacia y originalidad. Pero temió perder el afecto de sus votantes y ser castigado por sus adversarios como inauténtico. Si Cristina hubiera defendido a la Gendarmería que ella misma mandó durante ocho años, arriesgaba el apoyo de los quilomberos y no hubiera, quizás, ganado ningún apoyo entre sus contradictores. Para un hecho como éste había dos vías posibles de acción: la tecnología Scioli, de concurrir de inmediato al lugar de la desgracia e identificarse con las víctimas, y la tecnología Kirchner, de huir del escenario de las tragedias. Aquí Macri, que nunca la quiso a Cristina, eligió esta receta. Cristina, que nunca lo quiso a Scioli, parece ensayar la vía Scioli.
También paga el gobierno el costo de posiciones que antes ayudó a construir. Cuando apoyó la destitución de Aníbal Ibarra por el caso Cromagnon abrió una cadena de sangre que nadie ha intentado cortar. Es la que dice que un gobernante es responsable de los actos de sus mandados en las jerarquías inferiores. A Ibarra lo destituyeron por esa tragedia que costó 194 muertos y más de mil heridos. Pero no llegó ni a ser procesado. Ninguno de sus funcionarios condenados lo fue por coimas sino por violación de sus deberes. Igual lo destituyeron en la Legislatura con el impulso del macrismo que construyó el argumento y la mayoría para echarlo.
Pasó poco tiempo para que Macri, ya gobernando, fuera procesado por mantener en su burocracia a un espía de la policía que mandaba el gobierno de sus adversarios que pinchaba teléfonos de manera ilegal. Le aplicaron el mismo criterio de responsabilidad política sobre sus mandados, en este caso un espía encubierto contratado por una universidad del conurbano dominada por el peronismo y adscripto al gobierno porteño. Tuvo que ser elegido presidente para convencer a los jueces de ese dislate.
Ahora, usando el reproche a la gendarmería por el caso Maldonado, el peronismo se retire a esa fuerza del control de los comicios del 22 de octubre. Es el segundo round del ataque al gobierno por la demora en la publicación de los resultados provisorios del 13 de agosto en los distritos disputados de Buenos Aires y Santa Fe. Con eso el peronismo entona en rap del fraude electoral, con la misma música y letra que usó el macrismo antes de 2015. En aquel año acusó al peronismo de fraude en Tucumán, algo que la justicia aún no ha demostrado, El año pasado promovió una reforma electoral con el argumento de que el sistema actual es fraudulento. Ese sistema lo había hecho a Macri presidente, y es el mismo por el cual el peronismo ataca al gobierno que lo quiso cambiar. La idea de que el sistema de una porquería la instaló el mismo partido que hoy gobierna.
Para leer:
- Macri 2019, el Marcos Peña español y una hegemonía rota en el Congreso – http://clar.in/2vDnd3M
- Dos semanas para afinar la puntería – http://clar.in/2wxvt2p
Para escuchar: