ARRINCONADOS POR LA INSATISFACCIÓN
El índice de (in)satisfacción de la Universidad de San Andrés muestra que el prestigio del gobierno cayó al mismo 14% que tuvo el gobierno de Macri en abril de 2019. En mayo, el peronismo anunciaba la unificación detrás de la fórmula Fernández-Fernandez. Era el primer producto del estado de ánimo que golpeaba al gobierno de Macri, que se desmoronaba desde hacía un año de la mano del acuerdo con el FMI. El 86% de insatisfacción del público arrincona a este oficialismo de Alberto, que tuvo su pico más alto de prestigio en abril del año pasado: 58%, justo cuando el gobierno se ponía al hombro la pelea contra la peste Covid. La complejidad de estos indicadores le dificulta al gobierno emprender un contrataque, a tan poco tiempo de las elecciones. Esa complejidad se manifiesta en contradicciones. Por ejemplo, que las políticas que tienen más prestigio en el público son justamente Salud (32%), Ciencia (30%) y Obras Públicas (28%). Sin embargo, no ha servido para ganar las primarias, poner más vacunas ni soltar partidas para el cordón cuneta electoral. Es la política. El prestigio de la política de salud, para ahondar en contradicciones difíciles de superar con marketing, se opone al 62 % de rechazo que tienen las medidas anti Covid.
REPUBLICANOS DESEMBARCAN EN CÓRDOBA
Miguel Pichetto postergó para la semana que viene el desembarco en Córdoba junto a Ramón Puerta. Abanderado del Peronismo Republicano aporta al debate sobre la valoración de movimientos en el peronismo. Lo más notable que ha ocurrido en el tiempo preelectoral es la toma de posición de Schiaretti para diferenciarse del peronismo cristinista ante una derrota que cree segura el 14 de noviembre. La clave para el gobernador más poderoso del país – que domina la provincia con más votos de la Argentina después de Buenos Aires, sin sombras que lo amenacen – ya no es perder, sino que esa derrota no lo enfile con el pelotón del cristinismo. El peronismo de todo el país ha tenido siempre una referencia en Schiaretti. Este mandatario, que no tiene reelección, logró acreditar a Córdoba como la capital nacional del antikirchnerismo y el anticristinismo. También es la base de las mejores elecciones de Macri. Durante el gobierno de Cambiemos encabezó la liga de gobernadores en sus negociaciones con Rogelio Frigerio y aportó al refinamiento, entre otros proyectos, de los Consensos Fiscales. Esas negociaciones tuvieron el respaldo en el Congreso de Pichetto y Massa, y les dieron a los gobernadores un ciclo de prosperidad que les reportó rentas y facilitó procesos políticos que les permitieron: 1) reelegir en sus cargos; 2) la libertad, en el momento oportuno, de despegarse de esos compromisos con aquel gobierno, y sumarse al proceso de unificación del peronismo, que les permitió volver al poder en 2019. Frigerio ha contado que eso pudo evitarse llamándolo a Schiaretti y los peronistas que lo acompañaban a un gabinete de coalición. En ese armado, que la mesa de Olivos rechazó, el Anses habría ido a Osvaldo Giordano, ministro de economía de Schiaretti y un experto en temas previsionales. El miércoles pasado, Giordano lo representó en la mesa de provinciales que discutieron en la Rosada el sistema de control de precios.
MÁS DIFÍCIL ES REVERTIR LA ESTRATEGIA
Al oficialismo le cuesta revertir el resultado de las PASO, pero más aun revisar la matriz estratégica, que descansa sobre diagnósticos resbaladizos y objetivos viscosos: 1) que el público le va a agradecer con votos al gobierno el vacunazo; 2) que al público lo moviliza el argumento de la deuda con el FMI. Si estos objetivos fueran solventes en el terreno electoral, hubieran servido para que el peronismo superase la debilidad de origen. Las PASO mostraron que el peronismo está tan dividido que no toleró que en Buenos Aires dominasen las listas únicas en los municipios. Si se hubiera admitido la pluralidad, esa división hubiera tenido algún amparo. La lista única que impuso la conducción de Maxi Kirchner implicó que los votantes se quedasen sin liderazgo para ir a las urnas. Eso explica la caída de votos respecto de 2019 en Buenos Aires. El armado tuvo un propósito electoralista, como el de Cambiemos en 2015. Pero había que ponerle algo más. Hoy el peronismo tiene de nuevo en crisis las tres patas de la mesa: crisis de liderazgo, crisis de programa, crisis en el control territorial, que fue el gran activo recuperado en 2019. Ahora va a elecciones con la necesidad de suturar, en camillas de campaña, la división histórica de esa fuerza entre el peronismo territorial y el peronismo del AMBA – Menem-Cafiero 1988, Menem-Duhalde 1999, Menem-Kirchner 2003, etc.
TERRITORIALES DESPEGAN DEL CONTROL DE PRECIOS
Los territoriales que administran la mayoría de las provincias están vacunados contra las aventuras del AMBA, que se fascinan con gestos de militancia. Saben qué representan, pero no a quiénes representan. Por eso pierden elecciones. Entienden la política como una discusión en un estudio de TV cable y buscan identificarse con consignas ingeniosas. Quieren identificarse con pergeños ideológicos fruto de lecturas improvisadas – su cielo son calidad flor de ceibo, como Jauretche o el “Colorado” Ramos, maestro de fantasías de Ernesto Laclau. Los territoriales, en cambio, tienen que mantener los pies sobre la tierra y cuidar su plaza multipartidaria sin el sectarismo del AMBA. Juan Schiaretti comparte electorado peronista con el del no peronismo que representa Cambiemos. Tiene habilidad para armar alianzas horizontales, como Jorge Capitanich en Chaco, que ha llegado a sumar fuerzas de signo más que diverso. Su primera gobernación la logró con una alianza que contenía desde el PO al Recrear de López Murphy. Eso le permite decir a Schiaretti que el kichnerismo destruyó al país, y que el electorado de su provincia no lo quiere al kirchnerismo. Raro léxico: los peronistas no suelen hablar de kirchnerismo para criticarlo. Fustigó en los mismos términos a Macri, que respondió: “Es mi amigo, está en campaña. Cuando hablamos en privado no me dice esas cosas”. En el mismo sentido, Capitanich salió de la reunión del gobierno sobre el control de precios, y dijo en su provincia que él representa también a los empresarios chaqueños. Se despegó del discurso anti-negocios del formato nacional, como el misionero Oscar Herrera Ahuad, que dijo que defiende a los empresarios de su provincia. No llegan al rechazo del formato de los gobernadores no peronistas. Algunos están incluso imaginando si la convocatoria a controlar precios que hizo el gobierno mediante el Decreto 745/2021 no es inconstitucional. ¿Pueden convocar a gobernadores a cumplir una consigna de campaña? Ya las medidas de restricción sanitaria están discutidas por su legalidad, una historia no cerrada aún en la justicia.
Foto principal: Juan Manzur incursiona en Córdoba para disputar el mando de Juan Schiaretti sobre el peronismo territorial