Los vientos de guerra pueden soplar a favor del Gobierno. La amenaza de una gran guerra en el mundo empequeñece la dimensión de las tramas criollas. El gesto razonable de condenar la ocupación de Ucrania puede redundar en una mirada a favor de la posición argentina en el FMI, donde roncan fuerte EE.UU. y las potencias europeas que se consideran agredidas. Vale la reflexión de Kissinger en su libro liminar “Un mundo restaurado”, su tesis doctoral de 1954 sobre el Congreso de Viena, que cifró la paz europea durante un siglo, hasta la Primera Guerra Mundial. La paz sólo se puede sostener, afirma, si existe “legitimidad” de los protagonistas en torno a un sistema. Un orden legítimo no elimina los conflictos, pero los ordena. La legitimidad es lo que puede sostener la paz. ¿Hay hoy un orden legítimo aceptado por los protagonistas del estallido ucraniano? El mundo post Obama es una sucesión de deslegitimaciones: Trump deslegitima a Biden, como los demócratas creyeron que Trump había sido presidente por una trama rusa. Bajo Trump Estados Unidos y Rusia pierden los lazos de entendimiento que, sobre la base del reconocimiento mutuo de legitimidad, aseguraron la paz durante la Guerra Fría. Terminó la Guerra Fría y las potencias han perdido los fusibles de la paz.
Los vientos de guerra pueden soplar a favor del Gobierno.
En 1974 el Secretario de Defensa James Schlesinger ordenó a los militares ignorar órdenes directas de Richard Nixon, que pataleaba en el impeachment, sin antes consultar con el general George Brown, jefe del Estado Mayor Conjunto. Evitaba el botón rojo de un presidente desesperado. En 1987, el almirante William J. Crowe, jefe del Estado Mayor de Ronald Reagan mantenía un canal de comunicación directo, sin conocimiento de su presidente, con el mariscal Sergei Akhromeyev, su par de la URSS. Lo cuenta con detalle Bob Woodward en su último libro, Peligro -escrito con Robert Costa- como antecedente del llamado que le hizo en octubre de 2020 el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de Trump, y ahora de Biden, a sus pares de Rusia Valery Gerasimov, y al general chino Li Zuocheng. Era para asegurarles que Estados Unidos no iba iniciar conflictos en esos países, algo que había pasado por la cabeza de Trump para malvinizar los últimos días de su presidencia. “Defenderé el país si es necesario -le dijo. Pero la guerra, el instrumento militar, debe ser el último recurso, no el primer recurso”.
Churchill o Chamberlain: una oportunidad para reordenar prioridades
A un Gobierno que juguetea con el cascabel de la política internacional, estos conflictos le sirven para reordenar la agenda de prioridades. La amenaza de un conflicto global entre el Occidente europeo – Europa, EE.UU.- y la Rusia de Putin despierta viejos demonios. La tesis de Kissinger era sobre el Congreso de Viena, una manera de sepultar a la Europa conmovida por la saga de Napoleón, el experimento del cual la novela Frankenstein de Mary Shelley, es una alegoría -el subtítulo de esta ficción era “El Moderno Prometeo”, se publicó en 1818. Viena sesionó entre 1814 y 1815, año de Waterloo. Todo tiene que ver con todo. “Un mundo restaurado” es también una alegoría para entender las relaciones entre Occidente y el régimen comunista. La traducción del libro al castellano agregó un subtitulo que lo explicita: “La política del conservadurismo en una época revolucionaria” (Fondo de Cultura Económica, 1973). Más allá de las manipulaciones informativas en toda guerra, en el mundo de por acá aparece de nuevo en el dilema de Europa ante Hitler: ¿Es Putin un autoritario expansivo con quien se puede negociar para convivir con él, como pensaba Neville Chamberlain, que pactó con Hitler en 1938? ¿O es un dictador al que hay que enfrentarlo y sacarlo del juego, como pensaba Winston Churchill? Es una opción sobre la cual la historia –un saber siempre provisorio- tiene ya dictamen. Llamar “Chamberlain” a alguien en política es tratarlo de blando, ingenuo y perdedor. La historia le va dando la razón a Churchill.
(De la columna “La mano invisible de la oposición”, en Entretelas de la política, en Clarín de hoy – https://clar.in/3soPG9o?fromRef=twitter)