Alta conspiración ayer en el oficialismo. La nota pública más estridente la dio el regreso de Emilio Monzó después de tres semanas de retiro oriental desde el cual se puso al borde del precipicio (de Cambiemos).
La nota privada fue la reunión a solas de una hora con Mauricio Macri en la cual arreglaron los tantos. Monzó había criticado la estrategia de la mesa política del Pro que coordina Marcos Peña (“voz y ojos” del Presidente).
El personaje del día en Gobierno, Emilio Monzó, en una de las mesas chicas de ayer: con Mario Quintana, Gabriela Michetti, Marcos Peña y Mauricio Macri. En la foto principal, Monzó en Mendoza, junto a Alfredo Cornejo, Michetti y el sanjuanino Sergio Uñac
En la reunión le aclaró a Macri que él nunca haría nada que afectase al Presidente y su conducción, pero – como diría Francisco de Rojas – “del rey abajo, ninguno”. En otras palabras, que de Macri abajo le importa poco lo que hagan o digan de èl (usó una metáfora sicalíptica que es mejor no reproducir). Monzó acusó a ese sector de hacer “gerencia y no política”. También arriesgó su relación con su gobienro con reproches a la estrategia de María Eugenia Vidal en Buenos Aires de salir a buscar peronistas NBI (con Necesidades Básicas Insatisfechas). Diagnosticó que eso encierra a Cambiemos en una estrategia perdedora. Para él, dijo varias veces a los medios, Cambiemos tiene que abrirse y mencionó a innombrables (para el Pro ortodoxo) del peronismo, como Sergio Massa, Julián Domínguez y Florencio Randazzo.
Macri le reiteró la consigna de que se aboque a colaborar con Cambiemos de la provincia de Buenos Aires para armar una estrategia ganadora en el distrito de María Eugenia Vidal. El gobierno cree que ahí se plebiscitará la presidencia Macri en las elecciones legislativas de octubre próximo.
A mediodía Monzó y Vidal aparecieron juntos en un restorán-vidriera (Elena, del Four Seasons, que ha sido escenario de grandes conspiraciones de Cambiemos). Antes estuvo en una de las reuniones de mesa chica de coordinación de gabinete. Por la tarde Monzó reapareció en Mendoza junto a Macri y otros funcionarios que participaron de los actos de recordación del cruce de los Andes por el Gral. San Martín.
De esos encuentros en Casa de Gobierno, el hotel y el acto mendocino, salió una paz provisoria entre Monzó y Vidal. La instrucción de Macri es innegociable para estos dos dirigentes que están enfrentados desde la campaña electoral por percepciones diferentes. Como los dos llevaron a Cambiemos a un triunfo electoral no se han sacado ventaja. Pero Macri entiende que esa disidencia debe superar el plano personal porque las críticas de Monzó descolocan a Vidal y le dan argumentos a la oposición peronista. El bloqueo de Monzó por parte de Vidal en la provincia le resta envergadura política a los movimientos de la gobernadora. Macri quiere que el oficialismo se beneficie de la experiencia de Monzó y también del curso experimental de la gobernación Vidal, que ésta lleva adelante con un seleccionado de debutantes en política que son pasto de las fieras de la oposición (si cabe calificar así a los Joaquín de la Torre, Alejandro Granados, Mario Ishii o Eduardo Duhalde). (https://youtu.be/NFqE0m4XnaA)
A partir de esos encuentros comenzó a rodar un nuevo escenario de candidaturas en el oficialismo: el ticket Monzó senador-Carrió diputada. Uno de los problemas de Cambiemos en Buenos Aires es la falta de personalidades que puedan ofrecer candidaturas competitivas.
Hasta ahora se ha hablado de Jorge Macri senador, pero tiene el rechazo de parte de la opinión pública y de la propia Carrió, que lo tiene en la galería de los réprobos. El radicalismo lleva en Buenos Aires a la reelección a hombres como Ricardo Alfonsín. Algunos sectores ensayan la captura de personajes de la vida social, como la del frenólogo Facundo Manes (del griego: φρήν, fren, “mente”; y λόγος, logos, “conocimiento”).
Carrió ha dicho que no quiere ser candidata, pero que lo será solo si es necesario. Necesario quiere decir Buenos Aires, pero obligatoriamente una candidatura a senadora nacional.
Éste y otros escenarios fueron analizados en otra mesa política de la jornada, la bilateral entre el Pro y la UCR que se hace todos los martes con Peña, Frigerio, Humberto Schiavoni, Mario Negri y José Corral.
En ese encuentro se confirmó el adelanto de este cronista sobre la comida del próximo lunes 30 en Olivos, entre las mesas del Pro y de la UCR, con Macri en la cabecera.
Esa reunión ha sido pedida por el Pro, que mira con frío en la espalda la reunión de finales de febrero a la que han convocado los radicales en la localidad de Villa Giardino, Córdoba. Los organizadores de esa cita tranquilizan a los macrista puros con que pronunciarán un mensaje pacífico. Constará de tres conceptos: 1) explicar de qué libró la UCR a los argentinos: de que el peronismo ganase las elecciones; 2) que la UCR seguirá en Cambiemos; 3) que Cambiemos debe renovarse.
En esa mesa se repasaron algunas medidas de Macri y sus consecuencias. Una es el DNU para reformar el sistema de ART, que debe ser aprobado por el Congreso para aplastar la ola de amparos que se viene contra esa medida, pese al apoyo de la CGT. Sobran jueces para dar amparos en todo el país y la comisión que revisa los DNU la preside un kirchnerista y desempata un massista. Escenario resbaladizo.
También hubo comentarios sobre los feriados. Enojó al gobierno la reacción de Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto por el cambio de fechas del feriado por el golpe de 1976. Si el gobierno mirase el calendario no hubiera tocado el feriado de este año, que caía en viernes y lo pasó al lunes 27. Paga un costo gratuito por algo que hiere a la oposición. El gobierno promoverá una resolución del ministerio de Educación para que los 24 de marzo, caiga el día que caiga, se dediquen en los colegios a la explicación de los hechos que se produjeron en 1976.