Cristina 1) pidió un acuerdo; 2) explicó que ella no es el problema del peronismo ni de la Argentina, y que Alberto y Macri han confrontado con los ricos y famosos tanto como ella. “Es que en política no solamente es lo que uno cree, sino lo que ve e interpreta el conjunto”, se resignó en la carta pública del lunes.
1) Santa Teresa decía que se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las desatendidas. Algo así como que debés tener cuidado con lo que pedís, porque en una de esas se te concede y te complica la vida. El llamado a un acuerdo es esperable en la política, que es el arte de acordar, no de pelearse. Cristina abre la puerta en respuesta a los pedidos de la oposición a sentarse con el presidente. Lo hicieron el partido y los jefes legislativos Mario Negri y Luis Naidenoff. Si los llaman, ¿qué harán? ¿Responderán de manera unánime o habrá respuestas contrarias?
En estas horas Elisa Carrió se diferenció de sus socios de Juntos por el Cambio en un acuerdo que parecía blindado, que era el rechazo de la oposición a la candidatura a Procurador de la Nación de Daniel Rafecas. Es la primera prueba de la integridad del frente opositor desde el pedido de Cristina de acordar. Pidió que el bloque de JxC aporte los votos que necesita la candidatura de Rafecas, 2/3. Es un movimiento estratégico que busca:
a) desbaratar la intención del oficialismo de discutir el proyecto de los opositores Lousteau y Crexell para ponerle plazo a la designación, que hoy es vitalicia. Necesita simple mayoría, pero si arranca esa sesión, pueden quitar con la misma mayoría el requisito de los 2/3.
b) que Cristina revele si apoya a Rafecas o éste es el candidato de Alberto y ella quiere otro.
Macri no se ha pronunciado desde que Lilita lo informó del proyecto. Si lo hace, puede precipitar el apoyo opositor a Rafecas y adueñarse de su designación. Hay una fantasía que afirma que lo preocupan causas judiciales, aunque no existen constancias de eso, al menos en la medida que los tribunales echan sombra sobre Cristina y sus exfuncionarios. Si fuera así, y apoya a Rafecas, éste quedaría en deuda con él. Bastante, si se tiene en cuenta que antes no pudo hacer designar a Inés Weinberg, y se negó a darle los 2/3 al peronismo para que designase, antes de 2019, a Rodolfo Urtubey o a Raúl Plee. Ahora le pone los 2/3 a Rafecas. Éste es un juez sin identificación partidaria, a quien Carrió le había pedido juicio político por un fallo en la causa Nisman. El magistrado, cuando asumió este gobierno, fue promovido formalmente por Alberto y lo hizo en la presunción de que un sector de la oposición lo apoyaría.
En enero pasado éste era el panorama: “La elección de Rafecas parece un camino hacia algún consenso. Tiene los 41/42 votos que puede reunir el peronismo en el Senado. Quienes le juntan apoyos suman el de bancadas sueltas como las de Carlos Reutemann, Lucila Crexell, Alberto Weretilneck, los porteños Martín Lousteau (su hermana está en el equipo de Rafecas en una cátedra universitaria) y Guadalupe Tagliaferri, que expresan señales a favor del candidato de parte de Horacio Rodríguez Larreta. Los fogoneros agregan adhesiones de radicales de prestigio judicial, como Ricardo Gil Lavedra y Ernesto Sanz, que no se han pronunciado en público.” (Rafecas, la punta de la reforma judicial – Entretelas de la política, Clarín del 5 de enero de 2020 http://bit.ly/39FWKmr?fromRef=twitter ). Ese respaldo se deterioró por el destrato de Cristina a la oposición en el Senado, pero puede reponerse si sirve ahora a la estrategia de desbaratarle los planes.
2) Alfredo Cornejo y Mario Negri admitieron que esperan una convocatoria del presidente, como si no quisieran sentarse ante ella. No le costaría mucho a la vicepresidente enviar a Alberto de viaje y ser presidente por un día para forzar un diálogo directo. Simplificará las dudas que puede tener la oposición sobre la legitimidad de Alberto como personero de Cristina y de Massa.
La insistencia de Cristina en apartarse del rol de blanco de los cuestionamientos a su persona, dentro y fuera del peronismo, abre un nuevo frente de convivencia. En la conducción del Senado ha desairado a la oposición, pero ha ido cediendo a todos los reclamos de que se normalicen los protocolos para sesionar, y terminar con la virtualidad forzosa. Alberto y Massa se han movido desde que eran candidatos con el mensaje de que ellos se van a encargar de Cristina. Si ella se sale del medio como eje de los problemas facilita esas soluciones.
No hay unanimidad en el oficialismo y la oposición sobre la dimensión de la importancia de Cristina. Para los rabiosos antiperonistas, ella es la madre de todos los problemas. Para el resto, más moderados, ella es una dirigente más del peronismo, y no la más importante, y los problemas de inestabilidad y de falta de expectativas surgen de las divisiones del oficialismo que impiden una gestión airosa en todos los terrenos. Es un gobierno loteado entre las tribus del oficialismo y como no hay conducción unificada, la administración no termina de arrancar nunca.
Esa diferencia de apreciación del rol de Cristina decide las acciones de los protagonistas. Empezando por ella misma, que está en el vano de una puerta y no se sabe si es para entrar o para irse. Si es para entrar, deberá tomar energía para nuevas peleas con los propios y la oposición. Si es para salir, oficialismo y oposición van a hacer cola para despedirla.