Francisco se auto-saluda
Por debajo, o por encima de estos gestos de intolerancia, hay corrientes de entendimiento. Esta vez las habilitó el Papa Francisco, que se hizo festejar los ocho años de pontificado con una carta multipartidaria, que reunió más de 200 firmas de personajes públicos de la política y los negocios, y alguna estrella de la blogósfera. Estuvieron casi todos, salvo aquellos que seguramente enviaron mensajes personales al papa Bergoglio por la fecha -como los presidentes en ejercicio y los que se han sido-. Francisco es un agitador de la serenidad y más cuando advierte que hay olas amenazantes.
Que estuvo detrás del saludo, lo prueba que el pedido de firmas incluyese a importantes referentes que ocultaron su identidad en los despachos de prensa. Por ejemplo, la de Juan Grabois, que firmó junto a oficialistas y opositores esta carta, que hay que incluir en la lista de los gestos de acuerdo más notables en mucho tiempo. Grabois, jefe de los movimientos de la economía popular, ha crecido en importancia con el gobierno de los Fernández, pero tiene agenda propia, como lo mostró con reclamos callejeros en la CABA o en las críticas a las acciones del gobierno de Insfrán. En sus cuarteles de la CTEP en el barrio de Constitución tiene una oficina uno de los altos mandos de Scholas Occurrentes, el laico Enrique Palmeyro, que también firmó la carta y se ocupó de sumar otras.

Revoleo de sotanas y cambio “in pectore”
Francisco festeja el libro de Nelson Castro sobre la salud de los papas, y que le sirvió para volver a juguetear con el viajo-no viajo, con el cual ha entretenido a la feligresía toda. Sólo le falta capturar a Miguel Pichetto, que monta sus discursos en el rechazo al “pobrismo” bergogliano y no le va nada mal. Bergoglio está confinado en el Vaticano, que está más cerrado que nunca por la peste. Esto impidió que hubiera celebraciones por los ocho años del papado. Hasta la embajada argentina sesiona de manera virtual. Tuvo en enero de visitante a monseñor Oscar Ojea y discutió con él la nueva cúpula de la Conferencia Episcopal, que se elegirá el mes que viene. Ojea tiene todos los números para seguir a cargo de la CEA, con Mario Poli de vice 1° y Marcelo Colombo (de Mendoza) como vice 2°. Carlos Alfa, secretario, cumple dos mandatos y puede ser reemplazado por Pedro María Laxagüe, obispo de Zárate-Campana.
Este revoleo de sotanas tiene atractivo porque Poli, primado de la Argentina y arzobispo de Buenos Aires, cumple 75 años en noviembre próximo. Debe renunciar al cargo y Bergoglio debe tener in pectore ya a su reemplazante. Hay quienes le juegan unos boletos a Victor Fernández, su obispo más fiel, redactor de sus escritos más exquisitos –hasta encíclicas-, y a quien le confió la diócesis de su adversario más enconado cuando estaba en Buenos Aires, el ex obispo de La Plata Héctor Aguer. “Tucho” Fernández ha sido el hombre de las misiones difíciles, como fue atornillar el control sobre la Universidad Católica Argentina, en donde Fernández fue rector casi una década.
(De la columna “Ultima versión de Ganancias, aquel no de Cristina Kirchner a Daniel Scioli y el avión de Miguel Angel Pichetto” en avant Premiere de en Clarín de hoy – https://clar.in/3vr9mIS?fromRef=twitter”)