Fernando de la Rúa logró en 1999 juntar en el Senado los 2/3 necesarios para designar a Raúl Zaffaroni como Defensor General de la Nación. Miguel Ángel Romero, que ocupaba el cargo, acosado por pedidos de juicio político, se resistió a renunciar y frustró la nominación. A Zaffaroni lo compensaron con la silla donda del INADI.
En 2003, Néstor Kirchner, con las firmas de Alberto y Gustavo Béliz, mandaron el pliego de Zaffaroni al Senado para la Suprema Corte. No le costó mucho alcanzar el acuerdo, porque ese mismo Senado le había dado, antes, la luz verde para el cargo de Defensor. Le renovaron la cursada, para decirlo en términos académicos, como ahora podría la oposición renovarle el crédito a Rafecas, para cubrir una crisis más seria que la de la procuración, como es una vacante en la Corte.
(De columna “El “giro liberal” de Axel Kicillof, los radicales se plantan con Rodríguez Larreta y el vértigo por la Corte” – Avant Première, en Clarín https://clar.in/3lvD6Bq?fromRef=twitter)