El mensaje a Macri es claro: el que a Vialidad mata, a Vialidad muere. Igual potencial agresivo tiene la decisión de la AFIP de auditar las cuentas del empresario Nicolás Caputo por el blanqueo de capitales de 2018, y que motiva una inspección sobre sus cuentas desde 2021.
La AFIP cuenta con facultades cada vez más amplias para revisar secretos bancarios, por el perfeccionamiento de los mecanismos de intercambio de información con agencias extranjeras, como las de Estados Unidos y el Uruguay.
El resguardo de esos secretos ha sido objeto de peleas internas en el propio gobierno, y le costó la cabeza al anterior director de la Comisión Nacional de Valores, Adrián Cosentino. También a la anterior directora de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont. La apertura de esos secretos fue en el pasado una herramienta para la persecución política, como ocurrió con el caso de Francisco de Narváez.
Miguel Pesce, titular del Banco Central, frenó un jubileo del secreto bancario que contenía un proyecto de José Mayans y Oscar Parrilli para detectar dineros opacos en el exterior. Fue un gesto de prudencia para prevenir al país de una corrida.
El juego, hilo invisible entre JxC y Bergoglio
La crisis que logró salvar la unidad de la oposición compromete las raíces de la coalición opositora: 1) en el acuerdo liminar de Cambiemos, Macri aceptó la política de desalentar el juego en el país y en la CABA. Esa agenda no sólo atornilló en ese momento las relaciones con Carrió. También tendió un hilo invisible pero sólido con el papa Bergoglio.
La Iglesia tiene en el combate al juego y a las drogas dos de sus cometidos principales. Está en la base del entendimiento que permitió relaciones eficientes entre la gestión de Macri y la Iglesia, que fructificó en leyes clave como la de Emergencia de la economía popular de 2016 y la Ley de villas de 2018.
A cambio, el gobierno tuvo una paz en las calles que no ha tenido el gobierno de los Fernández desde de 2019. Atacar el juego era no sólo desmontar una actividad demoledora para los más pobres, que juegan y pierden lo que no tienen en bingos y quinielas. También era dinamitar la base del financiamiento oscuro de la política y uno de los pilares del peronismo en la era Kirchner.
Macri cumplió el pacto anti-juego con Carrió
La prueba fue el decreto firmado por Néstor Kirchner, Alberto Fernández y Alicia Kirchner el 5 de diciembre de 2007, cinco días ante de que dejase la presidencia, y publicado el 31 de diciembre de aquel año.
Prorrogaba por 15 años la concesión en terrenos nacionales que siempre discutió el gobierno de la CABA, que desde ese año sería gobernada por Macri.
También la intimaba – en lenguaje casi irónico, después de todo era un regalo amistoso – a los concesionarios de las tragamonedas del Hipódromo de Palermo – donde era socio el empresario Cristóbal López – “a incrementar el parque de máquinas electrónicas de resolución inmediata, atento las necesidades del mercado lúdico”.
Macri cumplió desde 2015 ese acuerdo. Su gerente fue el abogado Fabián Rodríguez Simón, responsable de la política del juego en la CABA, la provincia de Buenos Aires y en el orden nacional. La vehemencia lo convirtió en adversario del Angelici – quien lo destrata llamándolo “Pepino” en lugar del Pepín” -.
Desde 2019 este exfuncionario ha sido denunciado por el empresario López de delitos presuntos. Rodríguez Simón ha decidido tomar distancia del teatro de operaciones – como parte de su defensa ante la justicia de la que alardea controlar su correligionario Angelici. Vive refugiado en la República Oriental del Uruguay.
El demonio antirradical
No es despreciable la lección de prudencia que implica el final de esta minicrisis. Macri reveló, con el apoyo a Angelici, el grado de agresividad hacia el radicalismo orgánico, que representa la cúpula de Gerardo Morales. Responde a un pensamiento profundo que manifestó como presidente, y que es parte de la ideología conservadora que encarna.
Pudo reprimirlo con astucia cuando fue candidato en 2015 y 2019, pero refleja también el pensamiento de su entorno más estrecho. En las rondas de café con los suyos suelen expresarse con destrato hacia el radicalismo.
Su relación con este partido está hoy limitada a algunos dirigentes que se rebelan ante la conducción de Morales, como Cornejo o Lousteau. No tiene diálogo con el propio Morales, con quien ha protagonizado varios torneos verbales que no han superado.
(De la columna “Cómo logró la oposición salvar la unidad”, Entretelas de la política, en Clarín de hoy – https://clar.in/3Br1cUH?fromRef=twitter)