La única actividad en la que puede tener protagonismo en estas horas el gobierno es en la presencia este domingo de Alberto Fernández en la asunción de Lula da Silva, junto a Daniel Scioli, Santiago Cafiero y Oscar Parrilli, delegado personal de Cristina en esa algarada.
Cristina tiene siempre cancillerías paralelas: lo mandó a México como delegado en la asunción de López Obrador al senador Marcelo Fuentes; para Chile lo tiene a Marco Enríquez-Ominami. Y después se queja del Estado paralelo.
Hay tiempo y espacio para fotos celebratorias junto al nuevo presidente, que ha designado como canciller a un exembajador en Buenos Aires en los años Kirchner, Mauro Vieyra. Amigo de los amigos, ha prometido que Lula hará su primer viaje al exterior a la Argentina y no, como se había anunciado, a los Estados Unidos.
Será en la última semana de enero, para una cumbre de la CELAC. Massa intenta entrar en la agenda usando un viejo procedimiento: anunciar actos que no cumple. En 2013 se hizo leyenda con anuncios siempre postergados de que lanzaría una candidatura. Esta vez avisa, todos los días, a través de sus voceros, que tiene un proyecto de blanqueo que va a justificar la reapertura del Congreso. Nadie sabe cómo haría porque tendría que lograr un dictamen, o los votos necesarios para su tratamiento sin dictamen, 2/3 del total.
(De la columna “Espejismos: Cristina y Macri candidatos solo para ganar”, Entretelas de la política, en Clarín – https://clar.in/3i1jBC7?fromRef=twitter)