Macri habló ante empresarios en el Cicyp y aportó una novedad argumental: la intención de darle una impronta ideológica a su partido, y a la coalición. Habló de la necesidad de “ideas liberales puras”.
Nadie le conocía ese costado teológico al Macri que llegó al poder en 2007 y que en 16 años transformó el mapa político del área metropolitana y del país. Lo hizo con aliados, con políticos, con diagnósticos acertados, generando espacio y extendiendo confianza. Y sin ideas puras acerca de nada, que pueden hacer falta para salvar el alma, pero no para salvar a un país. El descubrimiento de la dimensión ideológica de la política, un ingrediente tan importante como los sentimientos, se explica en Macri por su frecuentación de los foros de mandatarios jubilados de la centro derecha, y el atractivo que tienen para él las ocurrencias que aplaude en las Cayetanas y las Ayusos, que responden a los recovecos de la política española, una realidad que tiene distancias siderales con la Argentina. Sin ponerse una camiseta global es difícil convivir en esos foros como un político no binario – no es ni radical ni peronista, su partido es peronista-radical, fue candidato en 2003 a jefe de gobierno de CABA por el PJ Capital-Duhalde conducción. En 2019 tuvo como vice a Pichetto, que más peronista no se encuentra. Si lo aprietan puede reclamar que Mario Vargas Llosa, a quien aprecia como ideólogo, le explique cómo siendo una estrella del conservadorismo mundial escriba una novela como “El sueño del celta” que es una poderosa epopeya libertaria en defensa del antiimperialismo, que no ha salido de la pluma – o el teclado – ni del comunista más pintado.
(De la columna “La solución está en manos de Macri”, Entretelas de la política, en Clarín de hoy – https://clar.in/40b6pdJ?fromRef=twitter)
Foto principal: Macri con marcos Pereda, presidente del Cicyp.