Conmueve la rapidez del juicio al que sometió el kirchnerismo a José López. Sin esperar a que este ex funcionario del gobierno que se fue, explicase si ese dinero era fruto de sus ahorros, o sólo lo estaba transportando por cuenta de terceros, o si los billetes son auténticos o de fantasía, un lote emblemático de seguidores del matrimonio sancionó su culpabilidad. O sabían que esos dineros eran fruto del robo – como le atribuye haber dicho una hermana de la caridad que atiende el teléfono en el santuario de Fátima y tiene ahora como abogado a un profesional que fue del estudio de Fernando de la Rúa -, o tienen una confianza cándida en los videos que registra la policía bonaerense en allanamientos, o los que aporta el municipio massista de Tigre.
Una tercera posibilidad es que hayan tomado por ciertas y probadas las denuncias que desde hace años se hacían sobre las conductas irregulares de funcionarios. El gobierno que se fue se blindó desde la política con el uso del sistema de propaganda y el manejo de jueces (por ejemplo, la calesita de los fiscales que coronó el despido del procurador Esteban Righi). Si esto es así, significa una capitulación política inesperada que empapa a todo el peronismo.
Como fuera, López les sirve de puente de plata para apurar lo que iba a ocurrir temprano o tarde, la migración de esa sigla que representó a una agrupación minoritaria dentro del peronismo. Se entiende que se agolpe en esta Puerta 12, para salir del kirchnerismo, la gente de la farándula, el periodismo victorhuguista, gente que actúa de tal en espectáculos proselitistas y en la intelectualidad, padrones que adhieren a todos los oficialismos (lo prueba la ley Barañao). Haber estado junto a un gobierno que se fue es una mochila muy pesada y cualquier motivo viene bien para cantar las hurras. También los aliados provisorios del kirchnerismo, como los residuos del radicalismo K, esperaban algún salvavidas. Acá lo tienen.
Es menos comprensible en dirigentes políticos que aceleraron la condena, pidiendo exclusión de la cúpula del PJ, del Parlasur y de otras dignidades partidarias. Unos y otros pusieron en marcha, con olfato pampa, la campaña para aislar a López y salvarse ellos y a los mandantes de López – de Cristina para abajo -. Se les van a escuchar las condenas más crueles, una manera de sindicar en López todas las miserias del kirchnerismo, que han descubierto en un video de madrugada. Ya hay quienes dicen que López no es peronista. Pasó antes que un gobierno peronista sindicó sus miserias en aliados de la UCeDé que terminaron siendo los únicos condenados. La crueldad de estas operaciones en el peronismo es desvastadora, y es mejor que López siga haciéndose el loco.
Con el paso de las horas surgen jugosas aristas de esta narrativa: esta mañana el vocero eclesial Tito Garabal dijo por Canal 9 que la reconstrucción de la casa de Fátima la pagó el empresario Raúl Moneta. Allí vivió el obispo Rubén Di Monte desde que se jubiló en Luján. Hasta ahora se decía que esa obra la habían pagado desde el gobierno, por intermedio de López y Julio de Vido.
Mentar a Moneta ahonda la tragedia para el kirchnerismo. Tuvo un capítulo en la trama abierta del caso Ciccone, como aportante a la capitalización de Old Fund siguiendo una instrucción del vértice del poder. Cuando estalló el escándalo hizo una demanda por cerca de U$S 50 millones para que le devolvieran esos dineros. Sorpresivamente tuvo un rapto de raciocinio y desistió del reclamo, quizás porque tuvo un resarcimiento discreto. Moneta es hombre del barrio, y se hizo famoso por sus exhibiciones de destreza equina que terminaban con desfiles de imágenes de la Virgen María. Hoy, declarado inhábil por la justicia, no puede contar nada.
Uno que aprovechó para sacar ventaja de este caso es Sergio Schocklender, que echó luz hace rato – hasta escribió un libro – sobre el fondo que manejaba el gobierno anterior para pagar voluntades políticas y de las otras, y que se alimentaría de los sobreprecios de obras públicas. Ese fondo tendría como destino, ha dicho, comprar medios, empresas, etc. Schocklender tiene un déficit de credibilidad, pero lo ha dicho con el énfasis de sus afirmaciones de siempre. Para algunos es un delirio, como los de López; los dos están en la mira y es lícito preguntarse si el gobierno Kirchner era tan serio que les confiaba fondos incalculables a personajes que no pasarían el psicofísico para el carné de conducir.
https://youtu.be/u5BMl5lZeFg vía @YouTube