La Conferencia Episcopal eligió hoy la nueva mesa directiva. Queda como presidente Oscar Ojea, obispo de San Isidro (foto), que es el candidato que quería Jorge Bergoglio. Mario Poli, cardenal primado y arzobispo de Buenos Aires, es el vicepresidente primero. En el último viaje a Roma fue a decirle al Papa que no quería asumir la responsabilidad de presidir la asamblea de los obispos.
Cuando llegó hizo saber a sus pares que no quería ser elegido en ese cargo. El argumento es que ser presidente del Episcopado y se responsable de una diócesis es un trabajo difícil y abrumador. Otros le atribuyen un temperamento retraído y que prefiere estar en un puesto secundario. Era obvio que iba tener una vicepresidencia porque es el único cardenal en ejercicio que tiene el país.
Como vice 2° queda el arzobispo de La Rioja, Marcelo Colombo, a quien los obispos respetan por el nivel de su formación. Como secretario general sigue el obispo de Chascomús, el marplatense Carlos Malfa.
Hoy los obispos van a elegir al presidente de la comisión de Pastoral Social, que es la más importante de la mesa directiva. El obispo mejor ranqueado para el cargo es Monseñor Jorge Rubén Lugones, de Lomas de Zamora. Es un jesuita de la línea dura que, si es elegido, hará planteos reivindicativos en nombre de la Iglesia más severos que los de su antecesor.