Tesis provisorias:
- El uso de FB en campañas electorales no trae ninguna novedad al marketing político. Es una herramienta más, refinada, abarcativa, pero es una más de las tantas que usa la política desde siempre.
- La paranoia entre los periodistas se explica por el luto que vive la profesión en los Estados Unidos desde la elección de Trump. Como buena parte de la prensa vaticinó que perdería, desplazan la explicación a la magia de FB, los big-data, Cambridge Analytica, los rusos, etc. Criminalizan los big-data porque su olfato les falló – por ineptitud pero también por vocación militante. Trump es su enemigo porque contradice todos sus valores. Que se arreglen entre ellos.
- El resultado electoral de los EE. UU. era explicable por la política, no por el marketing. Creer que la gente votó a Trump porque los rusos inventaron noticias falsas es una estupidez. En todo caso es un fracaso de los candidatos en no explicar o decir la verdad a los electores, algo que nunca ha estado entre sus prioridades. Por eso los estados controlan la publicidad política, como controlan los monopolios. Se hace para refrenar la tendencia de los políticos a mentir y a las corporaciones a concentrarse.
- Lo novedoso son las redes, pero no las intenciones ni los mecanismos de manipulación. En este video, el responsable de Cambridge Analytica describe el uso de las ciencias de la conducta, la psicología social y la informática para capturar la atención de los votantes: https://youtu.be/n8Dd5aVXLCc
- Con otro lenguaje, describe los skills de cualquier puntero del conurbano, en donde el olfato para capturar votos está más desarrollado que en esas empresas. La explicación de lo que esa firma hizo con Trump está en https://ca-political.com/casestudies/casestudydonaldjtrumpforpresident2016, pero un análisis político del contexto de esa elección explica mejor el resultado que esa gacetilla.
- Esas herramientas, sin embargo, no inventan resultados. Así como el triunfo de Trump puede explicarse por la política, puede serlo el de Cambiemos en 2015. En esas elecciones las campañas de Macri y de Scioli se basaron en el uso de las mismas herramientas que en los Estados Unidos. Gastaron fortunas y contrataron a los expertos más eficaces para hacer rendir los recursos en beneficio propio.
- En el libro “Macri confidencial” (Buenos Aires: Planeta, 2016) describí cómo se hicieron esas campaña y cuento cómo los dos candidatos se beneficiaron de esos recursos. Incluso cómo el comando de Macri desarrolló instrumentos más de avanzada que los que se usaban en ese tiempo en los EE. UU. y que para algunas de las compañías la Argentina fue un terreno experimental. (Ver la sección “Mesa de arena (Estrategias”, pp. 136 y ss.).
- Para un panorama transversal, es interesante lo que dice el chileno-alemán Martin Hillbert en un reportaje del año pasado que guardé en mi archivo: http://www.theclinic.cl/2017/01/19/martin-hilbert-experto-redes-digitales-obama-trump-usaron-big-data-lavar-cerebros/
- El luto del periodismo americano después del fracaso en el pronóstico de la elección Trump-Hillary justifica la paranoia persecutoria de Cambridge Analytica como si fuera un fraude. Es el uso de la información, es como leer bien los diarios, es aprovechar las condiciones de la vida en una sociedad en la cual el público encuentra lugares en los cuales mostrar su intimidad. Eso lo usan los expertos en marketing comercial y político. Pero la clave del negocio sigue sin resolverse: qué hay en la mente del que compra o vota.
- FB y CA se dejan arrastrar por la paranoia, porque el caso los expone como mentirosos como si ellos hubieran prometido no serlo. Suspenden contratos y separan al personal a cargo porque su marca está en peligro y las cúpulas políticas van a usar estas denuncias para apretarlos con más regulaciones.
- La clase política de Occidente libra una guerra sorda y fría contra el periodismo desde el Watergate. Busca arrinconarlo, quitarle fueros, festeja las sucesivas crisis del periodismo gráfico y audiovisual, ahora va por las redes. Ante cooptó las escuelas de periodismo, en donde se intentan formar profesionales anti empresa o voceros de gobiernos, empresas, iglesias o partidos políticos.
- También fomentan los sistemas de fast-checking -que buscan descalificar no tanto a los políticos, sino controlar e intimidar a la prensa- como usinas de inexactitudes.
- Lo que resta es el extremo final: la declaración de la noticia exacta como falsa, y de falsa como delito. Es lo que está detrás del debate zonzo sobre la “posverdad”, un eufemismo para designar a la mentira, que es una “preverdad”, no una “posverdad”.