La experta en estrategia Virginia Gamba cree que el cierre de las escuelas puede llevar temor a la sociedad. Interrogada sobre la medida de varios gobierno de cerrar los establecimientos, respondió que es un riesgo porque las familias confían en esas instituciones.
Gamba es la Representante Especial en funciones del Secretario General de la ONU sobre la Violencia contra los Niños y Representante Especial del Secretario General sobre los Niños en los Conflictos armados. Ejerce uno de los cargos más altos de la organización y el más encumbrado que tenga en la ONU un argentino.
En esa tarea Gamba ha defendido siempre la institución escolar como ante los ataques que suelen sufrir en conflictos armados en todo el mundo. Las escuela, entiende, son el centro de la vida cultural de una comunidad y muchas veces son objetivos militares para ocupar una ciudad. Se las destruye, se las ocupa o se las desmantela porque son la referencia principal de la vida comunitaria.
Le pregunté sobre la medida que se toma en varios países y respondió:
“El ataque a escuelas es un ataque a la educación. Un niño o niña tiene el derecho de poder ir a la escuela para ser educado sin amenazas ni físicas ni psicológicas como ser casos de cambio de curricula para la promoción de odio, intolerancia o xenofobia. Muchos ataques ocurren para forzar a padres, maestros y alumnos a igualar el ir a la escuela con perder la seguridad. Una escuela debe ser considerado lugar seguro para educarse sin miedo ni politización. Cuando la escuela cierra por miedo, a veces transmite ese miedo a la familia y a la comunidad que se siente más aislada. En caso de cerrar una escuela para prevenir un foco de infección esto no es un ataque a la educación pero debe ser por el tiempo mínimo para garantizar que la educación continúe lo antes posible. De ser necesario, se debe tener alternativas de educación virtual para poder estudiar a distancia.”
Un objetivo similar en los conflictos armados son los hospitales. Según la ONU, en 2017 se registraron 753 ataques a escuelas y hospitales en 20 países.
Gamba ha sido Secretaria-General Adjunta, Jefa del Mecanismo Conjunto de Investigación del uso de armas químicas en Siria (resoluciones 2235 y 2319). También fue Adjunta del Alto Representante para Asuntos de Desarme y Directora de la Oficina de Asuntos de Desarme y en la ONU fue también Directora del Programa de Desarme y Resolución de Conflictos en el Instituto de Investigaciones sobre Desarme de las Naciones Unidas en Ginebra (1992-1996).
Después de 2007 trabajo en la Argentina en la organización de la escuela de Policía Metropolitana. Entre 1996 y 2006 trabajó en África como interventora de paz y seguridad de la Unión Africana, Directora Adjunta del Instituto de Estudios de Seguridad de Sudáfrica y Directora de Interacciones Sur-Sur en Safer África. En ese rol, trabajó en el proceso de desarme de la sociedad rescatando armas usadas en la guerra civil, bajo las órdenes directas de Nelson Mandela.
También fue directora de programas de control de armas, desarme y desmovilización en la Fundación John D. y Catherine T. MacArthur en Chicago (1991-1993).
Es además la mayor experta en el tema de la guerra de Malvinas, sobre la cual ha escrito los libros más importantes: El peón de la reina (1984), Estrategia: Intervención y crisis (1985) y Señales de guerra (1991).
También es premio Nobel de la Paz compartido por su labor en 1995 como miembro del Consejo Ejecutivo Pugwash (1985-1996) por impulsar y defender el desarme nuclear en el mundo.