Hay dirigentes de la oposición a quienes se les sugirió que gestionan en algún gobierno amigo autorizaciones, para poder moverse y hacer política, que s también gobernar. Otros, enardecidos, montan en cólera y amenazan con salir a la calle y exponerse a que los detengan. Miguel Pichetto es uno de ellos. Antes, en pedir una charla con el ministro del Interior para que le extiendan algún salvoconducto. De político.
Le echan los perros a Patricia Bullrich porque se mueve por la ciudad con un documento de la ciudad de Buenos Aires. Aclaró que solo tuvo una autorización por una salida para participar de una reunión de organización de voluntarios y que respeta las normas de encierro. Bullrich es presidente de un partido, hoy en la oposición, y tiene que mirar por televisión como los funcionarios del oficialismo entran y salen de Olivos, toman mate con la misma bombilla y algunos sin reprimir el hábito de fumar (para qué dar nombres, es una debilidad venial). Se reúnen con intendentes, curas, asesores, legisladores y hacen alarde de una libertad ambulatoria que se les niega a los demás, que tienen que hacer política desde la domiciliaria. Un legislador tiene fueros y nadie lo puede detener, un funcionario está exceptuado como otros oficios ligados al servicio público. Un políticos de la oposición ¿no es acaso un servidor público?
Foto principal: Alberto con curas, pastores y amigos en Olivos. Sin barbijo