Llamar a la comisión de Acuerdos del Senado, como sugiere hoy el peronismo, implica disparar el debate público – que ya transcurrió por escrito con adhesiones y rechazos al candidato- y aprobar el dictamen para la postulación de Daniel Rafecas a la Procuración de la Nación.. Con ese dictamen, el gobierno lanzará la última ronda de carancheo de votos. Para los radicales y la Coalición, quien saque los pies del plato, se incinera hacia adentro y hacia afuera, y será considerado traidor. Nadie admite estar negociando nada con el gobierno para un canje por posiciones en una corte ampliada, o para la designación del Defensor de la Nación. Es leche derramada, pero ahora se lamentan en la oposición por la negativa de Macri, cuando era presidente, a un acuerdo con el peronismo del Senado para designar a un procurador simpático al sector “federal” de Pichetto, como pudieron ser Raúl Plee o Rodolfo Urtubey. Prefirieron bloquear esa posibilidad con la candidatura imposible de Inés Weinberg. Eso reveló que no tenía interés en que su fuerza política contase con un funcionario institucional en un futuro sin poder.
Lo mismo ocurrió con la candidatura a una silla de la Cámara Nacional Electoral para la postulante de la UCR, Alejandra Lázzaro. Se negó a negociar esa designación y la oposición se quedó sin otra silla para un futuro sin poder. Carencias de Macri para mirar el horizonte, algo que lo diferencia de otros políticos, que entienden la necesidad de conservar mecanismos de defensa futura. Ahora se revelan estas debilidades, cuando el gobierno le abre un previsible juicio de residencia al gobierno anterior en el Congreso. El vocero cristinista José Mayans dedicó a esa agenda buena parte del discurso en la sesión del jueves, con un desfile de artillería hacia las partes blandas del anterior gobierno, que son Macri y Gabriela Michetti. El peronismo sabe que nunca nadie da mucho por el que tuvo poder y lo perdió. Le pasó a Cristina, que conserva la libertad por obra y gracia de Pichetto, pero ese desentendimiento lo sufrieron Amado Boudou, condenado, y Julio de Vido a quien el peronismo le soltó la mano en Diputados. Ahora el oficialismo los pone en la mira, sabiendo que nadie se esforzará por defenderlos, porque son el pasado. Laura Alonso, la ex titular de la Oficina Anticorrupción, lamenta el silencio de los teléfonos de ex funcionarios del macrismo, después de que su sucesor retirase a esa oficina de las querellas de Cristina. Lo saben quienes compartieron con ella otro de los chats de la semana. Mayans recordó que tiene citada a la comisión Revisora de Cuentas con este argumento: “El presidente Macri no tiene, en los cuatro años, una sola cuenta de inversión aprobada”. También quiere que la Auditoría le tome examen al Banco Central por la llamada fuga de capitales, en los términos del informe histórico que se conoció la semana anterior. Ese reporte también lo quiere discutir con la comisión de la Deuda que, dijo Mayans, quería que sesionase este lunes: se olvidó quizás del feriado, aunque con la virtualidad creciente de todas las conductas, que te hacen trabajar hasta en domingo y feriados. Estas señales son todos llamados a que la oposición pregunte “¿de cuánto estamos hablando?” y se acerque a conversar sobre aprietos que sólo se destraban si la oposición negocia.
[De la columna Entretelas de la política de hoy en Clarín Arrinconan a la oposición para que negocie votos en el Congreso” (https://clar.in/2TypUOa?fromRef=twitter%5D