Las estrecheces legislativas someten al oficialismo a sofocones que revelan su falta de muñeca para aplicar la ventaja electoral en resultados legislativos. Ocurrió en la última sesión. Oficialismo y oposición habían acordado un proyecto de ley que les da ventaja a los fabricantes de vacunas para no pagar impuestos, litigar en tribunales del extranjero, y darles indemnidad a las farmacéuticas ante eventuales juicios por defectos en el producto (paga el Estado, no el privado). Es una manera de asegurar que la Argentina tenga provisión de ese remedio para la peste que reclaman los laboratorios de todo el mundo. Aprovechan que se invirtió el negocio: antes ellos trataban de meterles las vacunas a los gobiernos, ahora son estos los que les reclaman sus productos.
La votación en general de esta vía para un “fast track” –que les faciliten los costos y las achiquen las responsabilidades– fue con sobrante de votos, 230 a 11, con 8 abstenciones. Pero en particular, la oposición planteó diferencias en dos artículos, porque la norma no preveía algunos controles institucionales. Eso provocó una abstención generalizada y los artículos 8 y 9 del proyecto fueron votados con apenas 127 votos –dos menos que el número necesario para el quórum, 19 en contra y 97 abstenciones–. No le bastó al oficialismo, para evitar ese recorte, acceder a los pedidos de la oposición: que los particulares que litiguen contra los laboratorios puedan hacerlo acá y no en Nueva York; que los fabricantes alivien el acceso a la confidencialidad, ni que sometan todo al análisis de la Auditoría General de la Nación. La abstención se negoció con cuidado quirúrgico por parte de la oposición, de manera que la ley saliera, pero que quedase en claro que ellos no aprobaban que el ANMAT fuera eludido para la autorización del nuevo producto –hará solo una registración– y que tampoco acordaban en la vía rápida.
La abstención amortiguó el intento de rechazo, que desbarataron los gobernadores de Cambiemos, entre ellos Horacio Rodríguez Larreta, que manda en uno de los distritos en donde el bicho más ha golpeado, no sea que quedasen afuera del reparto futuro de vacunas. Igual la oposición sometió al oficialismo al rigor legislativo, porque no había habido debate suficiente. Les dieron la ley, pero con un chirlo. Un simbolismo por el que sangra Máximo Kirchner cuando se queja de Juntos por el Cambio, con la letanía “Nos quieren condicionar y somos el gobierno”.
(De la columna “Roberto Lavagna en el radar electoral y la visita secreta de Juan Grabois al Papa Francisco” en Avat Premiere de Clarín de hoy – https://clar.in/2T4aoZo?fromRef=twitter”)