El oficialismo desnudó la dimensión de la crisis interna. Demostró:
1) que no tiene control del Congreso, pese a tener la primera minoría.
• Tiene que demostrar que es víctima, además, de la presencialidad. El revés de hoy revela que la facilidad para lograr el número venía del protocolo de virtualidad que el peronismo insistió hasta el viernes en sostener en las dos cámaras. El examen se repite mañana en el Senado.
• No hay que esperar a las elecciones para imaginar que la situación de debilidad se acentuará en la legislatura que arranca en diciembre. No hay muchos antecedentes de que el oficialismo baje al recinto sin tener el número. Revela que no logra que nadie quiera asociarse para abrir un debate. También que ni el gobierno ni sus delegados en el Congreso han podido ampliar al arco de aliados. La responsabilidades se reparten entre Sergio Massa – presidente de la cámara -, Maxi Kirchner – jefe del bloque – y Fernando Navarro – Chino Navarro, Secretario de Políticas Parlamentarias, Institucionales y con la Sociedad Civil de la Jefatura de Gabinete o sea el enlace entre los dos poderes.
• Agrava el caso que el proyecto principal de la convocatoria – etiquetado de alimentos – tiene el apoyo también de la oposición y será aprobado en cualquier sesión, aunque haya algunos diputados de todos los bloques que voten en contra. El etiquetado no es un tema estructural para el oficialismo que tenga un rechazo frontal de la oposición. No debió exponerse a perder si no era de las iniciativas centrales de la agenda, como reforma judicial o la de la procuración.
• Juntos por el Cambio saca pecho y va a insistir en una agenda negociada para una próxima sesión. Si no lo logra, avanzará sobre esa debilidad con una convocatoria sesión con temario propio.
2) que no ha reparado las divisiones que han entorpecido la gestión.
• Si no tenía el número para sesionar, Sergio Massa debió evitar la convocatoria que había firmado Máximo Kirchner. Empeoró cuando habilitó las expresiones en minoría, que permitieron que legisladores opositores dedicasen discursos a criticar al jefe de gabinete Juan Manzur.
• Las quejas del Frente de Todos a los opositores de Juntos por el Cambio se descuentan porque están en campaña. El empecinamiento en sesionar, aunque fuera en minoría, lo explican en el intento de exponer a la oposición como indiferente a un proyecto saludable y simpático. Es plausible, pero es un tema de micropolítica que no tiene alcance popular, y menos en una campaña.