Macri animará el martes una cita de la Fundación Libertad -organización liberal-conservadora- para recibirlo a Pablo Casado -titular del PP español-, que viene en un raid proselitista por la región que incluye Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile. Aprovechará para darle una mano a la derecha chilena, algo que amagó Mauricio la semana anterior con la visita que hizo a Chile para el cumpleaños de Sebastián Piñera y lanzar un programa de la FIFA.
Con Casado habrá un almuerzo de pocos, adonde asistirán Patricia Bullrich, Miguel Pichetto y Alfredo Cornejo, que buscará remover– el avispero de sus correligionarios. Los radicales integran la Internacional Socialista que gobierna España –donde Casado es oposición–, a cuyos dirigentes visitó en Madrid la semana pasada Gerardo Morales.
La militancia internacional de la oposición es tan elástica como la del oficialismo, que boya entre el chavismo extremo y las zalemas a Washington por una platea en el FMI. Sencillo: en todo el mundo los alineamientos internacionales de los políticos responden a intereses domésticos y para halagar a la propia clientela. El problema viene con las coaliciones, porque lo que les gusta a los del PRO, no les gusta a los radicales, y eso tensa las sogas cuando sopla el viento.
Acuerdismo de contrafrente entre intendentes
Casado lo visitará a Larreta en su oficina. Por la tarde, habrá algo más abierto en un cóctel en el club Español. Es un estilista de la banda elástica: la CABA, junto a varias intendencias de Cambiemos, como la de Santa Fe, votaron la semana anterior por Fernando Gray, intendente de Esteban Echeverría, para elegirlo presidente de Mercociudades, una liga de 361 ciudades de la región.
Fue una sorpresa que este anti cristinista juntase tantas adhesiones, que incluyen a todos los partidos. Es quien impugna la asunción de Maxi Kirchner como nuevo presidente del PJ de Buenos Aires y se planta frente a Axel Kicillof. Tiene cuestionada esa asunción en el partido ante la justicia y tiene redactado un nuevo recurso de amparo.
Gray vale doble, porque su esposa, Magdalena Goris, ese senadora provincial en una Cámara en donde oficialismo y oposición han quedado empatados 33 a 33 en la nueva legislatura. De su voto depende el presupuesto, la ley tributaria, la designación de los cargos institucionales que se lotean en el Banco Provincia, empresas del Estado y organismos de control. Ahora Gray tiene una chapa internacional que le permite jugar en las grandes ligas. De paso, a su asunción asistió, sonriendo, Juan Cabandié, ministro de Ambiente que revista los protocolos de su relación con el cristinismo del ala Maxi.
(De la columna “Negociación por la Magistratura, Elisa Carrió a lo Cristina Kirchner y las confesiones de Mauricio Macri”, Avant Premierede, en Clarín de hoy, – https://clar.in/3DnYO01?fromRef=twitter)