Movimientos discretos que pueden darle algo de nervio a la languideciente reapertura del Congreso. La agenda de extraordinarias no emociona a nadie, más cuando en el primer contacto entre el oficialismo y la oposición estallaron discusiones más profundas.
Una es la baja de contratos de asesores de bloques de la oposición, que el oficialismo debe explicar. La conducción cristinista de la cámara ha agraviado códigos que parecían inconmovibles. Con el bolsillo de los contratados y transitorios no se jode.
La otra, igualmente grave para la vida legislativa: ninguno de los bloques puede asegurar el número para arrancar una sesión o aprobar un proyecto, por la cantidad de contagios Covid que hay. Los caciques de los bloques piensan en una sola sesión del Senado en la que dejarán afuera temas conflictivos. Sólo irá una agenda de asuntos ya charlados. No irá, por ejemplo, la reforma del Consejo de la Magistratura, que es lo que le interesa, más que nada, al oficialismo.
Si no hay acuerdo, nadie arriesgará a fracasar en el quórum. El otro asunto que va al Senado es el Consejo Fiscal, que por tratarse de un tema fiscal podría entrar por Diputados, pero al ser un asunto que compromete a las provincias irá al Senado. La mesa de Cambiemos autorizó a los gobernadores de su marca a dar quórum y hasta dar el voto para que se apruebe, a con el compromiso de no aumentar impuestos. Si esa ley fracasa, las provincias no recibirían los fondos que dependen a la norma. Por eso les conviene a todos que salga.
(De la columna “Fechas 2023: nuevas pruebas de unidad en el peronismo” – Entretelas de la política, Clarín https://clar.in/3o9ye5X?fromRef=twitter)