Una línea de la campaña que coordinará Sebastián García de Luca – del team Monzó-Massot – es recuperar la idea de la unidad en el público maduro, que se le fue a JxC en las PASO y puede volver si los ve unidos.
Un tercio del tercio para los radicales
Esa reunión de Bullrich con la cúpula radical transitó con sombrerazos de compromiso en los que la candidata trató de acercar lo inacercable. Horas antes se había verificado un encuentro entre Jorge Macri y los radicales Daniel Angelici y Emiliano Yacobitti. Duró apenas media hora y no llegaron a ninguna reconciliación que acercase posiciones después del desaire de negarle a los radicales, que aportaron la mitad de los votos en CABA, la candidatura a vicejefe, que se quedó la larretista Clara Muzzio.
Le atribuyen esa nominación a su relación familiar con un ex directivo del grupo Socma, en donde también hizo carrera Néstor Grindetti. El encuentro de Jorge con Lousteau del jueves fue más pacífico y debe haber mediado la charla que mantuvo Patricia el miércoles con Gerardo Morales en el Comité Nacional.
Los protagonistas emplearon el latiguillo más usado por los radicales para describir cualquier encuentro: “Fue una buena reunión”. Quienes interpretan esos dichos herméticos, que solo se significan desde el contexto en que se escuchan, repiten que Patricia prometió que el acuerdo con los radicales sigue en pie y que beneficiará a estos aliados con el 30% de los cargos en una eventual administración.
El compromiso, desde ya, fue reclamar a los radicales, cuyo partido tiene un cura en cada pueblo, para que también agiten a sus territorios y logren compromisos equivalentes a los que el peronismo puede lograr con los otros candidatos. En CABA algo va a tener que hacer Jorge, porque Lousteau sacó 7 puntos más que Larreta y si van a un ballotage, los votos anti-Macri van a decidir todo. Y ahí te quiero ver.
Abad ensaya modos de líder
Los radicales aprecian los beneficios de la unidad y han salido a frenar el aroma de venganza que aún recubre a Patricia y a Jorge. El gesto de Maximiliano Abad de reunir a todas las tribus de JxC en la noche del miércoles en la sede platense de la UCR está encaminado a alentar un liderazgo.
La diferencia entre jefe y líder es que el líder es quien contiene a su contradicción. Eso le falta a Patricia y a Jorge, como a Macri, para conducir procesos de esta envergadura. Abad juntó a los competidores en las PASO para un asado en el coqueto salón que la casa que la UCR le alquila al arzobispado de La Plata – y que envidiaría por el lujo cualquier jefe de PRO-, “no parece un comité radical”, ironizó uno de los presentes.
Llamó a su mentor Ernesto Sanz y a su armador Emilio Monzó y logró que estuviera hasta Gustavo Posse, que no suele ir a esas cosas, y menos después de perder las PASO junto a Santilli.
Importante este encuentro, porque Buenos Aires y Mendoza son los distritos en que se apoyó más Patricia para sostener su candidatura. Su destino depende de que no se caiga ese apoyo. Nadie puede explicar cómo dejó escapar la candidatura más competitiva de Santilli, que perdió por 13.812 votos sobre un total de 2.721.862 que sacó su coalición y protagonizó un récord de corte de boletas de más de 200 mil votos por sobre Patricia.
El peronismo republicano busca recuperar amigos
La misma discusión sobre el armado federal imprescindible para remontar el pobre tercio, se dio el miércoles en un hotel del barrio del Abasto, en donde Miguel Pichetto y Ramón Puerta, estandartes del Peronismo Republicano, recibieron a dirigentes peronistas de 17 provincias.
Debieron tolerar la queja de la mayoría de ellos por el destrato que tuvieron en el armado de las listas distritales y en el reparto de los recursos de campaña por parte de dirigentes del PRO y de la UCR de sus provincias. Pero también recibieron la delegación de los jefes del PR para que desentierren las agendas de sus amigos y ex amigos del peronismo de sus distritos para la movilización territorial.
Todos saben que antes de las PASO de 2019, cuando Pichetto ya era candidato en la fórmula con Macri, el actual auditor había tendido relaciones con la mayoría de los gobernadores peronistas, en busca de acercamientos para después de las PASO: la dimensión de la derrota en las primarias del 11 de agosto de 2019 ante el peronismo – 47,79% a 31,80% – hizo volar por el aire aquel acercamiento.
Si la diferencia hubiera sido menor, la fórmula de Cambiemos hubiera tenido otra suerte en las generales de aquel año. Pero es historia contra fáctica, que sirve para ilustrar los movimientos estratégicos que ensayan hoy todas las fuerzas. Si algo lamentan los peronistas republicanos es que el macrismo y los radicales no entendieron qué quiso Kirchner al crear el sistema de PASO en 2010: no era para elegir candidatos, sino para castigar a los traidores y siempre jugar con lista única. Este año, cuando el peronismo que gobierna quebró esa convicción y fue con dos listas, perdió mal y salió tercero, nunca visto en 77 años de su historia como partido.
Los pecados originales del massismo
Sergio Massa es quien tiene la mejor chance de capturar algunas voluntades entre los gobernadores. Pero tiene que superar pecados originales de su candidatura. Primero, que los mandatarios del peronismo federal ya dieron pruebas del (des)amor que le tienen al peronismo del AMBA. Adelantaron las elecciones para salvarse del derrape que efectivamente mandó a la fórmula del AMBA al tercer puesto en las PASO.
Siguió el misterioso laberinto judicial que en menos de dos meses desplazó a los tres gobernadores con mayor espesura política del interior de la chance de ocupar un lugar en la fórmula nacional. Juan Manzur y Sergio Uñac fueron arrollados por la Suprema Corte. ¿Creyó el peronismo que le podía ir bien en cualquier trámite si le habían declarado la guerra al tribunal?
El tercero, Jorge Capitanich, aun ganador en el recuento individual como candidato de las PASO, fue a las urnas con un enredo judicial, no político. En la última semana, el desaire fue de los gobernadores hacia Massa, que intentó hacer campaña obligándolos a pagar sumas extraordinarias a los empleados públicos.
Massa, un político auto combustible, apela a laberintos incomprensibles para ganar amigos. También se los ganó como enemigos en el padrón del mundo de los negocios con el mismo tipo de presiones, como si los planes de sobregasto le hubieran servido a Macri en 2019 y a los Fernández en 2021 para remontar sus derrotas en las PASO.
Se gastaron todo e igual perdieron en las generales. En política, billetera no mata galán. Y el crimen no paga. El gobierno confía en que los gobernadores algo harán para impedir que en las generales del 22 de octubre Milei vuelva a ganarles en las provincias en donde perdieron.
Una visión canallesca de esas derrotas, como la de Tucumán, afirma que los gobernadores precipitaron el triunfo de Milei para castigar al candidato del AMBA. Otros, por el contrario, afirman que se dejaron estar, bajaron los brazos y se fueron de vacaciones. Y que ahora algo harán, en principio en favor de Massa. Y por amor propio.
(De la columna “Javier Milei calla, que jueguen los que perdieron”, Entretelas de la política, en Clarín de hoy – http://www.clarin.com/economia/javier-milei-calla-jueguen-perdieron_0_0f38FHSn1T.html?fromRef=twitter)