Un reguero de pólvora recorre por el oficialismo: un puñado de dirigentes del radicalismo porteño lanzó a debate un proyecto de candidatura de Ernesto Sanz a diputado nacional por la Capital Federal. Lo consulté esta mañana y negó esa posibilidad. “No estoy pensando en ninguna candidatura. Sigo siendo el capitán de mi alma y cada días más alejado de la función pública”. La referencia es a la frase de Nelson Mandela que usó Sanz cuando le comunicó a Mauricio Macri que no sería ministro de Justicia (lo cuento en el libro “Macri Confidencial”, Ed. Planeta).
La idea de esa candiadtura la comentó anoche el ex legislador Pedro Calvo en una reunión pública del Instituto Nacional Yrigoyeneano y la confirmaron horas más tarde algunos asistentes a la reunión de dirigentes radicales de Capital y Buenos Aires en el hotel UNO. En esa reunión estuvo Facundo Suárez Lastra, el zar del AMBA y a quien algunos le atribuyen sostener ese proyecto. Participó de esa reunión el auditor Jesús Rodríguez, quien le dijo que él no forma parte de esa iniciativa. Rodríguez fue uno de los fogoneros de la precandidatura presidencial del mendocino y uno de los estrategas de la campaña de Cambiemos para las presidenciales que ganó Mauricio Macri.
El proyecto persigue cerrar la alianza Pro-UCR en la Capital Federal, que es el único distrito en donde no existe la liga Cambiemos. Sus integrantes se enfrentaron el año pasado en una elección cabeza a cabeza por el gobierno de la ciudad, con Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau. Para el Pro es una amenaza que el actual embajador en los Estados Unidos vuelva para ser candidato a diputado nacional por la ciudad, poniendo al oficialismo macrista ante otro compromiso serio. Con un candidato como Sanz se compondría la sigla Cambiemos en la Capital y postergaría la candidatura de Lousteau hasta 2019, algo que ha dicho es su principal proyecto de futuro.
Quienes sostienen la idea del retorno de Sanz lo imaginan a la cabeza de la lista de candidatos por el oficialismo y en un irresistible ascenso a otras dignidades, como la presidencia de la cámara de Diputados. Este cargo está hoy en manos de Emilio Monzó, quien libra una puja interna en el macrismo con la gobernadora María Eugenia Vidal. Macri le ha ordenado a estos dos dirigentes bonaerenses que hagan las paces y armen una estrategia ganadora en las elecciones legislativas del año que viene.
Si Suárez Lastra admite su compromiso con este proyecto será un aporte significativo hacia el oficialismo desde el cargo del secretario ejecutivo de la Comisión Consultiva del Área Metropolitana de Buenos Aires (Cocamba) porque pacificaría la puja de Rodríguez Larreta con los radicales. Ese cargo coordina las relaciones entre la ciudad, Buenos Aires y la Nación, que hoy están gobernador por el mismo partido, algo que no ocurría desde hace décadas. Si además de conciliar estas jurisdicciones, Suárez Lastra pone en un plano superior las relaciones políticas, habrá pagado su cargo para el resto de la partida.
Quedan cabos sueltos. Primero, torcer la decisión de Sanz de mantenerse lejos de los cargos públicos. Rechazó ser reelegido como senador por Mendoza, ser vicepresidente de Macri y ministro de Justicia del nuevo gobierno. Segundo, el rol de Elisa Carrió, cuyo mandato termina el año que viene y una de las alterativas es ser candidata a la reelección como diputada. Hoy es crítica de la figura de Sanz, pero también de Lousteau, a quien considera demasiado cerca del eje Nosiglia-Angelici-Yacobitti (presidente de la UCR Capital), al que tiene en la mira como enemigo jurado. ¿Podrán compartir lista? ¿Admitiría uno ser el segundo del otro?
Ya sé; van a decir que Sanz es mendocino. Pero hace años que tiene radicación en la Capital por haber sido senador nacional. Los años de ese desempeño, si hizo los trámites correspondientes, podría ser candidato a diputado porteño con los mismos títulos con los cuales la chaqueña Carrió representa a la Capital.