Tan pobres están de ideas para hacer campaña que todos se cuelgan de los resultados de las PASO; provisorios o definitivos. Como si 15 días de publicidad pudieran cambiar los movimientos profundos del público. Los votantes son más sensatos, reflexivos y cuidadosos de sus intereses, que los dirigentes. Los electores piensan con tiempo y detalle qué les conviene más, si la billetera o la idea, y resuelven con seguridad y amor propio. Tanto que les cuesta mucho cambiar de opinión. Por eso el resultado de las PASO reproduce, en línea generales, las grandes tendencias de la primera vuelta electoral de 2015, que son las elecciones que hay que tomar como referencia. Esas tendencias se repetirán, con trazos apenas diferentes, en las generales de octubre.
Más trivial es el debate sobre el recuento provisorio y el definitivo. Ese escrutinio provisorio es un producto informativo que paga el Estado. En países cuyo sistema se admira y copia, como Estados Unidos, el resultado de las elecciones al final del día lo hacen las cadenas de TV con bases de datos propias y del sistema, proyecciones y resultados de boca de urna. Se juegan el prestigio con la calidad, oportunidad y celeridad de los datos. El público los castiga o los premia. En la Argentina, en donde la estatización es una pasión criolla, el provisorio lo paga el Estado. Y se lo disputan el Poder Ejecutivo y la Justicia, a través de la Cámara Nacional Electoral. El último proyecto de reforma electoral le cedía ese recuento provisorio a la CNE. En realidad, ese fracasado proyecto le hubiera cedido la licitación para esa tarea, porque los jueces no tienen tecnología ni recursos para hacer el trabajo, que suele estar a cargo de la hispánica Indra, del Correo o de empresas estatales de algunas provincias.
La demora en la publicidad de los datos de las PASO en el disputadísimo distrito de Buenos Aires, sirvió para la pelea que muchos incautos tomaron en serio. La velocidad en cuanto a cantidad de mesas fue la misma de siempre. En elecciones anteriores, menos disputadas, bastaba con que a medianoche se publicasen los datos sobre el 70% de las mesas. Por lo disputado de la elección, se siguieron contando votos hasta las 4 de la madrugada, como siempre. Y eso dio la leve diferencia entre Cambiemos y Unidad Ciudadana, la que aprovechó el apresuramiento del oficialismo en festejar, para denunciar manipulación. Una tontería. No tiene ninguna importancia ni el resultado del provisorio ni el triunfalismo de alguna facción. ¿Quién cambiará el voto porque en la tarde de un domingo alguien festeje haber ganado una elección, o lamente haberla perdido según números provisorios?
En esto los dos bandos patinaron. Cambiemos al cantar victoria por los resultados del Interior y la tendencia que mostraban los datos en Buenos Aires. El cristinismo también, porque se ató a la denuncia de una manipulación inocua. El cierto que el peronismo profesa la idea de que los medios manipulan a la gente, un error supino en política y que contradice, por si hicieran falta más pruebas, el resultado de estas PASO. Cristina, sin partido ni espacios de publicidad en la medida de su dimensión política, le gana a Esteban Bullrich, que representa al oficialismo nacional y provincial. Si esa manipulación de los medios fuera cierta, hubiera ganado por amplio margen.
Tan leve es la importancia del provisorio, que la diferencia con el definitivo es imperceptible, lo demuestra el cálculo nacional en la categoría a diputados nacionales (ver cuadro aparte). En el resultado a senador nacional, la diferencia puede ser más gravitante, porque resuelve si un partido saca mayoría o minoría, y eso significa uno o dos senadores.
La diferencia entre el provisorio y definitivo en todo el país (categoría diputados nacionales):
Aquí el resultado del definitivo a senador en Buenos Aires, con el detalle de quienes no alcanzaron el porcentaje de votos para competir en octubre: