Cambiemos rechina por entuertos previsibles porque es una alianza transgénica de radicales, liberales, conservadores y socialdemócratas. Sus caciques tienen diferencias de diagnóstico sobre diversos temas, y también de método para resolverlos. Los radicales rechazan la venta de las acciones del Estado en Transener, transportadora de electricidad de alta tensión. Creen que es un activo estratégico, que vender el tramo de las acciones es darle a un privado un negocio monopólico y temen que detrás de la intención de Juan José Aranguren, a quien respalda Mauricio Macri, puede haber algún negocio de amigos.
El ministro de Energía cree que el Estado debe regular y no dar servicios y que necesita dinero para sus inversiones. Hubo un cambio de notas entre la UCR y Aranguren. Los radicales quieren una reunión entre su presidente, Alfredo Cornejo, y el titular del Pro, Humberto Schiavoni, para encapsular el debate dentro de la alianza política, antes de que permee hacia el gabinete.
El gobierno sostiene la doctrina desreguladora de Fiel, a uno de cuyos economistas se le atribuye la inspiración de una nota editorial sin firma del diario La Nación, que por segunda vez en una semana publicó editoriales redactados en oficinas del gobierno. Éste tiene la marca de un economista de la ultra ortodoxia económica que es consejero de FIEL, que inspiró también el DNU-ómnibus de desregulaciones varias y la compleja reforma fiscal que votó el Congreso a pedido del Ejecutivo. No diremos el nombre porque no pone la firma y este sitio es un encuentro de caballeros.
Los radicales estallaron de ira por la acusación de ese escrito sin firma que recoge los mayores reproches del conservadorismo criollo a los radicales. Uno de los párrafos les atribuye una conversión del radicalismo al peronismo ya en 1948, un hecho difícil de comprobar salvo en casos como el de Leopoldo Moreau. Dice así:
“El radicalismo parece no haber comprendido los problemas estructurales de la Argentina y cuáles son sus causas. Persiste en un encierro ideológico que tomó forma en 1948 con la aprobación de la Declaración de Avellaneda de 1945 como plataforma del partido. Se habían finalmente impuesto en la UCR los vientos nacionalistas y estatistas del peronismo. En aquella declaración se postulaba la “nacionalización de todas las fuentes de energía natural de los servicios públicos y de los monopolios extranjeros y nacionales que obstaculicen el progreso económico del país, entregando su manejo a la Nación, a las provincias, a las municipalidades o a cooperativas según los casos”. Estos mismos condicionamientos ideológicos no parecen haberse disipado y predominaron en la posición del radicalismo en apoyo de la estatización del sistema de jubilaciones en 2008 y de la estatización de YPF en 2012″[1].
Los anteriores editoriales con marca militante de ese diario fueron sobre la cancillería y los redactaron profesionales de la diplomacia en defensa de su actividad. Algunos párrafos fueron parte, antes, de discursos de dirigentes del sindicato de embajadores[2]. Uno de ellos lleva el nombre de un famoso escritor que describió con altura las pasiones argentinas. Tampoco diremos su nombre.
El otro polo de problemas es el enfrentamiento entre sectores de la UCR por la decisión del gobierno de levantar las acusaciones contra dos ex fiscales en el juicio por presunto encubrimiento del atentado a la AMIA. El encargado de la unidad AMIA, el ex senador Mario Cimadevilla, mandó un informe cáustico contra esa decisión que tomó el ministro Germán Garavano, también con el respaldo de Macri. La delantera en esa queja la tiene Elisa Carrió, que amenaza con llevar al ministro de Justicia un quimérico juicio político.
Ninguno de estos debates parece herir la affectio societatis de Cambiemos. El interés en sostener la gobernabilidad de la alianza parece por encima de las peleas interna. Mientras exista la confianza en que tiene futuro como gobierno, las peleas internas se van a restañar de alguna manera. O buscando nuevas fórmulas para superarlas o escondiéndolas, tácticamente, bajo la alfombra. Si esa confianza se pierde, cualquiera tema puede ser motivo de pelea. Es lo que le ocurrió a la Alianza UCR- FrePaSo en el año 2000. El vicepresidente de entonces, Chacho Álvarez, creyó que su gobierno fracasaría., Por eso renunció argumentando un caso de corrupción de nadie pudo probar. Es bastó para dinamitar a la Alianza, que no pudo terminar el mandato.
De esto y de otros temas, dialogamos hoy con Tomás del Duca en su programa de Radio Rivadavia de Buenos Aires:
[1]Injustificada oposición radical a la venta de Transener http://www.lanacion.com.ar/2109598 vía @LANACION
[2] Nuestro Servicio Exterior, una tarea silenciosa http://www.lanacion.com.ar/2108466 vía @LANACION; Nuestro Servicio Exterior, importantes desafíos cumplidos http://www.lanacion.com.ar/2108732 vía @LANACION
Foto principal: el gabinete y los jefes legislativos parlamentaron durante dos días en el encierro de Chapadmalal