Comparto la respuesta de Juan Grabois cuando le pregunté sobre el proyecto del gobierno de legalización del consumo de la marihuana. Cité una parte del diálogo en mi columna de hoy en Clarín (“Efecto marihuana, Juan Grabois vs. Máximo Kirchner y presión opositora a Alberto Fernández” – https://clar.in/37JCDUy?fromRef=twitter) pero tiene interés comnocer leer los matices de su argumentación
“La dieta probada del olvido: Playstation, tv y marihuana” dice Mark Fisher en su libro Realismo Capitalista… cambiá TV por Netflix y estamos”
Lo único que puedo decir es que todo está pensado a la medida del modus vivendi de los gobernantes y su clase social. Se desconoce por completo la relación de los jóvenes pobres con el consumo y no hay ni un intento de comprenderla o empatizar con ella. A veces incluso se dice querer proteger a los pibes del accionar violento de la policia – que se resolvería con una simple deisción de política criminal y procedimiento policial que está en sus propias manos- sin gastar una emoción en defenderlos y pensar en ellos, en sus verdaderas heridas y problemas, todo para justificar una agenda que no prioriza la justicia social y la inclusión de los pibes.
A veces me pregunto porqué no se plantean legalizar la venta ambulante o la ocupación de lotes abandonados para las personas que tienen necesidades laborales o habitacionales… tal vez será porque los que mandan no tienen esas necesidades; veo que a la política, patrimonio casi exclusivo de la burguesia y la clase media profesional, le cuesta pensar un poco fuera de su propio ecosistema.
En este momento hay un debate filosófico muy interesante aunque a veces adopte la forma de rencillas personales. Hay quienes desprecian la comunidad organizada y los movimientos populares; hay quienes pensamos que es el único camino certero al cambio estructural. Creo que es un debate constructivo y puede traer un saldo positivo. Es pensar que las soluciones no pueden ser ni mercadocéntricas ni estadocéntricas como dice Francisco. Sólo son posibles con el ser humano y la comunidad adentro.
Otra dimensión del debate es si la militancia política dentro de una coalición gobernante anula las posibilidades de crítica y protesta social. Yo no siento ninguna contradicción entre apoyar al Frente de Todos y luchar cotidianamente por las reivindicaciones de tierra, techo y trabajo, aún cuando esto me ponga a confrontar con el propio gobierno.
Del mismo modo no veo contradiccion entre la participación de la política realmente existente y la crítica a un sistema en que consideramos tóxico e inhumano como el capitalismo tardío dónde pareciera ser que lo único que hay que ofrecer más opciones de consumo a los ciudadanos integrados y más “hedonia depresiva” a la juventud; mientras que la situación de los descartados y excluidos, absolutamente desconocida por el sistema político, y las propuestas para revertir las situaciones más brutales de injusticia no son siquiera objeto de una reflexión seria por quienes tienen el poder.
Por eso luchamos, para que este gobierno y esta coalición política pueda evolucionar comprendiendo que la agenda prioritaria debe ser la de tierra, techo y trabajo y que eso requiere planificación, compromiso y un poquito más de empatía real con ese otro y esa otra que no participa de mi clase, mis prioridades y mis gustos sino que tiene su propias urgencias que deberían ser las de todos, al menos de todos los que abrevamos en el pensamiento y la sensibilidad humanista.