Los avances ominosos sobre la intimidad afectan especialmente a la cobertura periodística, a quien se busca atemorizar. Una prensa asustada es lo que querrían los autoritarios de la política, que los profesionales jóvenes prefieran trabajar de voceros o lobistas, o ser panelistas en magazines “de la gente”, en lugar de hacer periodismo político, profesión de riesgo.
Ya antes un juez del oficialismo, Alejo Ramos Padilla, mandó a la Comisión Provincial de la Memoria algunas notas periodísticas de un colega, para que decidiera si constituyeron operaciones de “acción psicológica”. Ese pedido ya fue en sí un hecho de acción psicológica. Si un periodista recibe un llamado de un político o de un colega debe decidir si lo atiende o no, porque la conversación puede caer en ese triángulo de las verduras que es el método de las 10 llamadas en un mes que propone el espionaje del Estado.
No estaría mal que las compañías de celulares ofrecieran un plan “Ahora 10”, con descuento, para este tipo de llamadas. O que una grabación nos advirtiese: “Está llegando Ud. a la llamada 10 en un mes con el abonado Pepún”, que no es “Pepín” (para recordar al legendario abogado José “Pepún” Capdevila, que se fue, pero aún nos guía).
(De la columna “Un intendente alarma al PJ bonaerense, ficción K con el Lawfare y el espía Leopoldo Moreau” – https://clar.in/3JOyVgq?fromRef=twitter)