Para prosperar ante los sectores medios de los grandes distritos, el peronismo tiene que resolver el conflicto que tiene con la libertad. Para eso sus dirigentes tienen que ser libres. “Sólo son libres aquellos que intentan hacer libres a todos los que les rodean”, les decía el filósofo Johann Gottlieb Fichte en 1794 a sus estudiantes. Este padre del idealismo que inspira al liberalismo moderno inauguró un estatuto para quien hace política en un sistema republicano.
Conviene retenerlo porque la política en todo el mundo tiene un problema con la libertad, y va más allá de la pelea doméstica. Este fin de semana Irán y Arabia Saudita anunciaron un acuerdo que apadrina China, y que desplaza por primera vez en más de 80 años a Estados Unidos como árbitro en la política de Medio Oriente. Ocurrió justo cuando estaba Mauricio Macri en Riad.
Ese acuerdo consagra el lema de que se pueden hacer negocios sin meterse en los asuntos internos de la contraparte. En esa región el lema implica sacar de los acuerdos la vigilancia del respeto de los derechos humanos. De eso no se habla. Un esfuerzo notable el de los chinos, que han acercado a la monarquía saudita, que gobierna y pertenece a la rama islámica de los sunnitas, con el régimen iraní, que gobierna a una mayoría de chiitas.
De eso no se habla
Ni China ni Irán van a quejarse de que un periodista de The Washington Post fuese secuestrado y muerto en la embajada saudí de Estambul. Tampoco Arabia Saudita se quejará de los campos de concentración anti islámicos que hay en China. De eso no habla. Algo parecido a lo que hace el Gobierno argentino ante las violaciones a la libertad en Cuba, Venezuela o Nicaragua. De eso no se habla. Todo para que Irán y Arabia Saudita ingresen a los BRICS como quiere China, ingreso que pretende también la Argentina, en una de las pocas coincidencias entre este gobierno y el anterior.
En julio de 2018, cuando la Argentina ya había cerrado el acuerdo con el FMI, Macri estuvo en la cumbre de los BRICS en Sudáfrica como presidente pro tempore del G-20, en donde se habló de que la Argentina podría sumarse a ese club tercerista que integran Brasil, Rusia, India (patrocinador de la Argentina), China y Sudáfrica.
Argentina comprometida
Este acuerdo es un compromiso para la Argentina, que tiene un problema con Irán por los atentados y que también busca buenas relaciones con China; lo hace con todos sus gobiernos, fueran de Néstor, Cristina, Macri o Alberto. La oposición de Juntos por el Cambio espera el informe que brindará Macri cuando regrese el lunes 19. Pero algunos equipos del PRO, como el que trabaja para Patricia Bullrich y que conduce Federico Pinedo, ya produjeron ayer un primer informe que señala los riesgos de ese compromiso:
“Es un éxito geopolítico para China -afirma el documento de este domingo-, que asume un papel de mediador en el Medio Oriente, y para Irán, que consigue revertir su relación conflictiva con los sauditas. En paralelo, un retroceso regional para Washington, que ve erosionada su influencia y su rol de único peacemaker en el Medio Oriente, y para Israel, cuyo enemigo número uno es Irán y que hace tiempo busca normalizar relaciones con Ryad”.
Para prosperar ante los sectores medios de los grandes distritos, el peronismo tiene que resolver el conflicto que tiene con la libertad. Para eso sus dirigentes tienen que ser libres. “Sólo son libres aquellos que intentan hacer libres a todos los que les rodean”, les decía el filósofo Johann Gottlieb Fichte en 1794 a sus estudiantes. Este padre del idealismo que inspira al liberalismo moderno inauguró un estatuto para quien hace política en un sistema republicano.
Conviene retenerlo porque la política en todo el mundo tiene un problema con la libertad, y va más allá de la pelea doméstica. Este fin de semana Irán y Arabia Saudita anunciaron un acuerdo que apadrina China, y que desplaza por primera vez en más de 80 años a Estados Unidos como árbitro en la política de Medio Oriente. Ocurrió justo cuando estaba Mauricio Macri en Riad.
Ese acuerdo consagra el lema de que se pueden hacer negocios sin meterse en los asuntos internos de la contraparte. En esa región el lema implica sacar de los acuerdos la vigilancia del respeto de los derechos humanos. De eso no se habla. Un esfuerzo notable el de los chinos, que han acercado a la monarquía saudita, que gobierna y pertenece a la rama islámica de los sunnitas, con el régimen iraní, que gobierna a una mayoría de chiitas.
De eso no se habla
Ni China ni Irán van a quejarse de que un periodista de The Washington Post fuese secuestrado y muerto en la embajada saudí de Estambul. Tampoco Arabia Saudita se quejará de los campos de concentración anti islámicos que hay en China. De eso no habla. Algo parecido a lo que hace el Gobierno argentino ante las violaciones a la libertad en Cuba, Venezuela o Nicaragua. De eso no se habla. Todo para que Irán y Arabia Saudita ingresen a los BRICS como quiere China, ingreso que pretende también la Argentina, en una de las pocas coincidencias entre este gobierno y el anterior.
En julio de 2018, cuando la Argentina ya había cerrado el acuerdo con el FMI, Macri estuvo en la cumbre de los BRICS en Sudáfrica como presidente pro tempore del G-20, en donde se habló de que la Argentina podría sumarse a ese club tercerista que integran Brasil, Rusia, India (patrocinador de la Argentina), China y Sudáfrica.
Argentina comprometida
Este acuerdo es un compromiso para la Argentina, que tiene un problema con Irán por los atentados y que también busca buenas relaciones con China; lo hace con todos sus gobiernos, fueran de Néstor, Cristina, Macri o Alberto. La oposición de Juntos por el Cambio espera el informe que brindará Macri cuando regrese el lunes 19. Pero algunos equipos del PRO, como el que trabaja para Patricia Bullrich y que conduce Federico Pinedo, ya produjeron ayer un primer informe que señala los riesgos de ese compromiso:
“Es un éxito geopolítico para China -afirma el documento de este domingo-, que asume un papel de mediador en el Medio Oriente, y para Irán, que consigue revertir su relación conflictiva con los sauditas. En paralelo, un retroceso regional para Washington, que ve erosionada su influencia y su rol de único peacemaker en el Medio Oriente, y para Israel, cuyo enemigo número uno es Irán y que hace tiempo busca normalizar relaciones con Ryad”.
Pinedo algo sabría, más que los otros. El viernes acompañó a Bullrich a una reunión con los embajadores de los países árabes entre quienes estaba el de Arabia Saudita.
(De la columna “Juan Grabois visita al Papa, tensión en Juntos por las listas y la fórmula Cristina-Capitanich” – Avant Premiere, en Clarín ed hoy https://clar.in/3YDRTdL?fromRef=twitter=