Lo esperaban a Juan Schiaretti en la cena de Cippec (http://www.clarin.com/politica/foto-macri-miran-parrilli-memes-secretos-massa_0_F95SK-hnS.html?fromRef=twitter). Allí pudo compartir fotos con Mauricio Macri y otras estrellas del momento. También resignó aparecer a media semana en un canal de cable junto a los otros candidatos a la gobernación de Córdoba, Mario Negri y Ramón Mestre. Schiaretti es hoy el hombre del misterio, que es como llamó Manuel Gálvez a Hipólito Yrigoyen. Es el peronista que ocupa el más importante cargo institucional, y manda en el segundo distro con mayor cantidad de votos de la Argentina. Y se aparta de la carrera presidencial. A la vez, es el patrón de Alternativa Federal, sello al que aporta con la tecnología de campaña de Guillermo Seita, que les marca el libreto.
El peronismo es una liga de gobernadores y el hecho de que ninguno quiera lanzarse en serio a la presidencia, con la excepción de Juan Manuel Urtubey, que está en una cruzada testimonial, es una radiografía del estado del peronismo. Schiaretti debe aún la explicación de por qué se resiste la encarnar una postulación presidencial apartando al peronismo de Córdoba del destino del peronismo nacional. La clave puede estar en la hermenéutica del “cordobesismo” del que hablaba José Manuel de la Sota. El armado de ese peronismo se alimenta de un electorado que es más amplio que el partido de origen, y se extiende a sectores medios que comparten la identificación tanto con Schiaretti como con Macri, como se demostró en 2015. Ese proyecto, al cual le falta hoy De la Sota y para el cual le basta la salud de Schiaretti – que dice que le falta para ser presidente, como si ese oficio fuera menos saludable que el de gobernador – se llama Unión por Córdoba y se parece mucho a esa creación transgénica de la familia Sapag que es el MPN de Neuquén. Lo crearon en 1961 como una expresión de un peronismo sin Perón, se alimentó de una demografía emergente como era la del territorio nacional que fue Neuquén hasta 1955. La base del poder hegemónico del MPN – y que puede soñar bajo otra luz el cordobesismo – ha sido huir de lo que llaman allí el “eje nacional”, es decir la oferta política del peronismo y el radicalismo. Es lo que puede despuntar ahora en Río negro.
La fuerza de Alberto Weretilnek que ganó ayer en Río Negro con Arabela Carreras, es un partido local que puede acercarse a Alternativa Federal, que es una expresión peronista, pero tienen buenas relaciones con Cambiemos. El frente Juntos Somos Río negro gobernó durante ocho años, desde 2012, al morir Carlos Soria, haciendo equilibrio entre esas dos fuerzas. Si prospera esa vía, Río Negro se sumará a Córdoba y Neuquén en el lote de las provincias extravagantes*. A Cambiemos le conviene porque encuentra aliados objetivos. El peronismo pejotista lo sufre porque le pone techo de crecimiento. La reforma de la Constitución de 1994, promovida por el peronismo, se eliminó el Colegio Electoral para la elección presidencial. Los partidos provinciales lamentaron la pérdida de esa herramienta que les daba un juego frente a la hegemonía del “eje nacional”. Los ejercicios de musculación que hacen estas fuerzas que dominan en elecciones como las de Córdoba, Río Negro y Neuquén, van a alimentar el debate para intentar la vuelta del Colegio Electoral. Alguna vez habrá que profundizar en la lectura de esos fenómenos que se generaron en los que fueron los territorios nacionales, que advinieron como provincias cuando peronismo y radicalismo ya existían. El Chaco es un ejemplo de esa fisonomía que construyeron los pioneros de aquellos territorios; Elisa Carrió viene de esa estirpe que antecede a le existencia de su provincia.
- Extravagante: “Que se hace o dice fuera del orden o común modo de obrar” (RAE)