Contabilidad creativa: explica Guzmán
En el medio, promete el ministro Martín Guzmán explicar el nuevo presupuesto, pero el Gobierno mide el estado de clima en el Congreso, que mezcla acuerdos con disidencias odiosas. La fecha es este martes, pero falta saber si habrá asistencia de los diputados o será una visita de cortesía a Sergio Massa, que trata de mejorar las relaciones con la oposición para reabrir la casa después de la aprobación del nuevo protocolo para sesiones mixtas. Ese acuerdo incluye un menú a la carta. Los proyectos polémicos deben ser en un escenario de mayoría presencial -están buscando un mini estadio sanitizado y sanitizable-.
La oposición de Cambiemos dedicó el fin de semana a juntar observaciones sobre el nuevo proyecto de presupuesto para verificar que no sea un nuevo intento de contabilidad creativa, como suele ocurrir todos los años. Se conocen sus lineamientos generales, pero se echa en falta alguna precisión sobre los efectos de la nueva política cambiaria y sus restricciones, por qué el cálculo no estima el pago de las IFE y las ATP -ayudas a pobres y a empresas- para saber si seguirán o no. También, si la actualización de salarios jubilaciones y AUH no quedan, como parece, por debajo de la inflación.
La cautela opositora obedece a su interés en que haya atención a las provincias que gobierna Juntos por el Cambio. El ataque a la CABA, la suspensión de la visita a Mendoza y a Jujuy son señales negativas. Preocupa más que el nuevo presupuesto no tenga sustentabilidad política ni en el oficialismo y se perpetúen las prórrogas de emergencia. Para los técnicos que discutieron estos temas el fin de semana, la Argentina tiene un superávit comercial de más del USD 1.000 millones al mes, y viene de acordar con los acreedores externos. Si tiene un problema, es político.
Juego de disfraces entre Sergio y Máximo
El Gobierno decía no tener plan y que el plan iba a ser el presupuesto. Pero lo que se conoce hasta este fin de semana.
1) No dice nada sobre el método de ajuste de las jubilaciones, que se llevan la mitad del gasto del Estado.
2) Reconoce que el nivel de subsidios a los servicios públicos se mantendrá. Es una manera de admitir que habrá aumento de tarifas -¿serán por inflación, por ajuste cambiario?- .Otro enigma.
3) No ofrece ninguna proyección plurianual, cuando los recursos están condicionados al programa de renegociación de la deuda.
Alguno recordó la frase del legendario Julio Olivera cuando dijo que la incertidumbre es peor que los errores de política financiera. Oscurece el clima de discordia que plantea esa irregularidad de que Massa es el presidente de la cámara, pero a quien devalúa la competencia que le hace en ese rol Máximo Kirchner, que preside el bloque. En esa puja, el hijo de la vicepresidente impone los temas y la forma de tratar a la oposición, pero deja la negociación con otros bloques a Massa, cuando debería hacerlo él. Si el Gobierno tuviera los votos, se mandaría directamente de cabeza con la Reforma Judicial, aprobada ya en el Senado. Pero no los tiene. En ese tema están frente a la oposición, 129 a 128, o viceversa, que viene a ser casi lo mismo. Al oficialismo no le sobra nada. Se enardece porque queda al desnudo esa fragilidad, y hunde en sus peleas por el control del conjunto a los socios de la coalición. Nada funciona para sacar al oficialismo de ese bache, porque cada cual tira hacia sus propios intereses.
La gobernabilidad vs. la gestión
Este blindaje opositor les prueba que pese a haber ganado las elecciones con un margen más que holgado, no pueden hacer arrancar la maquinaria legislativa. Si los socios de la trifecta presidencial se dejan estar entre sí, se aleja la posibilidad de que puedan acercarse al compromiso electoral de 2021 con chances competitivas. Se les plantea un dilema clásico de la política: si defiendo la gobernabilidad, puedo resentir la gestión; si me concentro en la gestión puedo perder apoyos, y hago peligrar mi gobernabilidad.
El final del gobierno de Macri probó este dilema, que pone a examen el formato de construcción de coaliciones en la Argentina. Macri se ajustó a la ortodoxia -recetas monetaristas, política de tarifas- y el público le dio la espalda. Cuando reaccionó ya era tarde, porque su coalición había llevado al límite las posibilidad de mantenerse unida. Había perdido la eficacia del método aplicado antes para gobernar la Ciudad: ponerse por encima de las contradicciones en un nuevo plano: que lo que sea bueno para uno, sea bueno para todos, y viceversa. Es lo único que puede hacer funcionar un proyecto colectivo. Hace falta prestigio, liquidez, liderazgo y estrategia. No es algo que se compre por “Ahora 12”.
(De la columna Intrigas en la Corte, la nueva servilleta K y consenso por los jubilados – en Avant Premiere de Clarín de hoy: https://clar.in/3mD3k3F?fromRef=twitter)