Votantes en busca de autor
Esta pirotecnia solo resuelve ubicaciones en un tablero ya cerrado: los votantes están asegurados, el límite con el oficialismo es claro y quien crea que las elecciones las deciden los candidatos se equivocará otra vez. Los resultados electorales son sistémicos, grandes movimientos tectónicos que son indemnes a las ambiciones decorativas de campañólogos y asesores. Cuando llega el candidato, el voto ya estaba. Disputar la baldosa de la centroderecha es algo que ya existía y ahora, que el peronismo se recuesta sobre la Sputnik y rechaza la Pfizer, ese espacio está más que disponible.
Los recopiladores de datos no siempre inútiles –diría Homero Alsina, que aún nos guía– tienen presente que en una elección como la de 1991 a diputados nacionales en la provincia de Buenos Aires, entre el MODIN y la UCeDé sacaron más de un millón de votos (17% del total). En Capital, en 1997, la lista de Daniel Scioli-Javier Mouriño más la de Domingo Cavallo-Guillermo Francos sacaron en total más de 670 mil votos (algo más del 35%). Esa expresión, para un ejemplo extravagante, le dio dos bancas a Federico Pinedo y Cynthia Hotton en 2007, en lista corta en CABA (13% del total) y superaron al peronismo de Carlos Tomada-Vilma Ibarra por un punto.
¿Cómo no van a correr los neo derechistas detrás de estas franjas de votos que creen disponibles? Cuando se pesen los votos en noviembre, todos irán a Cambiemos, no al peronismo. Esto explica el gesto impasible de Larreta, el de la otra mejilla.
(De la columna “Elisa Carrió pisó el freno, adelante radicales y la pelea por el voto derechoso 2021” – Avant Premiere, en Clarín de hoy https://clar.in/3t0t5yC?fromRef=twitter)