Litvin también observa el sistema de delaciones premiadas del Título II de la norma, que describe el “Acuerdo de Colaboración”. Para este tributarista el reconocimiento de un 5% de lo blanqueado a quien delate al evasor puede convertirse en un festival de extorsiones.
El sistema regirá durante el año de vigencia de la ley y será el jubileo de los “ex” – el exmarido, la exesposa, el exasesor, el ex arbolito, el/la examante, el exsocio, el examigo etc. Los sistemas de colaboración son habituales en los países anglosajones.
No han avanzado mucho en la Argentina, en donde el arrepentimiento se identifica con la traición. Algún fiscal ha dicho que premiar a los delatores va a generar la industria de los sicarios, como ocurrió en Italia con las vendettas mafiosas contra los “pentiti” (arrepentidos) y sus familiares.
La necesidad de una transición pacífica
Este nuevo round de las relaciones entre las tribus del oficialismo, y de éste con la oposición, va a ser una prueba de la capacidad de entendimiento entre los sectores. El gobierno quiere un soft landing de la gestión de los Fernández y la oposición no quiere heredar un campo devastado.
Esas dos necesidades alimentan la especulación sobre algún entendimiento que permita una transición pacífica con un nuevo gobierno. Lo más importante de un blanqueo no son los antecedentes sino lo que viene después. Un gobierno que se va con muy baja performance no genera la previsibilidad y la certidumbre que necesita un blanqueador.
Quien blanqueó con Macri, con el gobierno siguiente multiplicó por cinco la alícuota de Bienes Personales. La medida plantea además un debate de índole moral. Un blanqueo es un premio al evasor o a quien elude pagar tributos. Pero el blanqueo que mejor funciona es el que da un premio.
En el proyecto de Massa se premia al delator, pero no a quien exhibe bienes que eludió mostrar. Para una tesorería anémica como al actual, los números del blanqueo de Macri son soñados.
un estudio del economista Horacio Casabé, en el blanqueo de 2016 se sinceraron un total de US$97.842 millones; correspondiendo US$13.715 millones en el país (14%); y US$84.127 millones en el exterior (86%). El 14% local se distribuyó en efectivo por US$7.275 millones (53%); Créditos y otros por US$2.600 millones (19%); y en inmuebles por US$2.087 millones (15%) (25.005 unidades por un valor promedio de US$83.500 por propiedad).
Teniendo las reservas en rojo, con esos números se salvarían todos. Y eso que los expertos consideran que podría haberse recaudado en 2016 mucho más – un cálculo estimativo y gris porque nadie sabe al final cuánto de la economía sigue estando en negro. El secreto es secreto, por eso lo llaman secreto.
(De la columna “El blanqueo, botín preelectoral” – https://clar.in/3BLdkkd?fromRef=twitter, Entretelas de la política, en Clarín de hoy)