También la candidatura de Grabois puede leerse como otra operación de entrismo. El dirigente del MTE ha dicho más de una vez que no es peronista, aunque no quiere apartarse del “movimiento nacional”. Ha tenido relaciones difíciles con el PJ, los gobernadores, los intendentes, Máximo, los sindicatos, las derecha peronista y también con la izquierda, etc. La gravitación de su liderazgo entre jóvenes, seguidores del fenómeno apartidario que significa el francisquismo, y las organizaciones de la economía popular, le permiten abrir una bandeja para recibir apoyos que puede ir más allá de lo simbólico y que pueden girar, quizás, en órbitas no previstas ni por él. Muy probablemente el fenómeno de estas elecciones lo va a protagonizar él, y no Javier Milei, que ha cumplido con poner a prueba en el público los argumentos de la teología del mercado, expresados con brocha gorda, pero que ya lo había hecho ganar a Cambiemos en 2015, en 2017, en 2019 en cinco de los distritos más grandes, y en 2021. Lo que le sobra al horizonte de la economía hoy es seguramente un Milei, como al menemismo le sobraba, pasado un tiempo, el propio Menem. No es un misterio. En política es más importante lo que un político hace, no lo que es. Es la diferencia entre la república y el mesianismo.
(De la columna “Terapia de palabra contra el dólar recontra alto” – Entretelas de la política, en Clarín hoy. https://clar.in/44U9YaX?fromRef=twitter)