Los candidatos del 19 de noviembre no han abierto la boca sobre esta condena a las emergencias encadenadas de los gobiernos argentinos, versión mayor de su debilidad. La debilidad no es responsabilidad de los candidatos. Es una consecuencia inmanejable de la cadena de fracasos de los gobiernos.
Estamos en una carrera de fracasados: Sergio hizo la peor elección del peronismo; Milei perdió y va a buscar agua a lo de Macri; Patricia que quedó afuera; a Larreta le caminaron por la cabeza y los radicales quedaron abajo de Horacio. Están flotando en el agua agarrados de un salvavidas después de chocar el Titanic.
El país y la sociedad son más fuertes que sus dirigentes. Se defienden mejor, votan siempre bien, no se engañan ni los engañan, como afirman los dirigentes débiles. La mitad de la Argentina está en la informalidad. La informal da de vivir a la formal y paga el hambre de todos los pobres de la región que vienen a vivir acá. La mitad de la economía se trafica en las sombras. El ahorro fuera del sistema llega a los USD 400.000 millones, según la AFIP. Hay cálculos privados que hablan de USD 600.000 millones.
La Argentina formal no encuentra una fórmula para manejar a la informal. Hasta el Pacto de Acassuso expresa la distancia entre el país formal y el informal. Macri y Milei cerraron una ley de lemas de facto que malversa el mandato de las urnas de las PASO y la primera vuelta. Un pacto (en) negro.
Al borde de la legalidad
Tuvo hasta hace 40 años un recurso perverso, que la política sepultó, que eran los golpes de estado. El partido militar prosperó justificándose en que era el cambio y sin oposición. A la fuerza, imponía las medidas que en democracia sólo se pueden hacer declarando la emergencia que frena las libertades y los controles de los otros poderes.
Hoy no quedan, felizmente, ni los boy scouts como hipótesis de uniformados. Era el triunfo de la informalidad. Y el peronismo, ni reponiendo todas las emergencias que había cancelado Cambiemos en 2015, ha podido gobernar desde la formalidad.
Entre los renuncios de Macri y la grey que lo acompaña en el Pacto de Acassuso está no haber sumado al mandato que improvisó con el candidato de La Libertad Avanza, el respeto al sistema republicano, una de las claves de la libertad que se proclama.
Cuando asumió en 2015, el gobierno de Cambiemos derogó todas las emergencias que habían regido en el ciclo Duhalde-Kirchner. Quedó una sola, la emergencia social que creó el Salario Social Complementario, fruto del acuerdo de aquel gobierno con las organizaciones sociales controladas por el francisquismo.
En la ley de 2019 que pidió Martín Guzmán, el peronismo restauró las emergencias en materia económica, financiera, fiscal, administrativa, previsional, tarifaria, energética, sanitaria y social (ley 27541). Iban a regir durante un año, pero fueron renovadas religiosamente por decreto hasta este año.
El constitucionalista Antonio María Hernández considera que el decreto 131 del 10 de marzo, que prorroga las emergencias, es inconstitucional. La reglamentación de derechos, recuerda en su libro “Emergencias, orden constitucional y COVID-19”, sólo puede hacerse por medio de leyes, por lo dispuesto en los Arts. 14, 19 y 28 de la Constitución.
(De la columna “Plebiscito sobre Milei, Macri también fiscaliza y Argentina 24 horas en emergencia” – Avant Premiere, en Clarín de hoy – http://www.clarin.com/politica/plebiscito-milei-macri-fiscaliza-argentina-24-horas-emergencia_0_OFag3sUL9k.html?fromRef=twitter)