Con el correr de las horas van abundar las especulaciones, las fantasías y las conspiraciones. Pero en los hechos el radicalismo, socio del Pro en el Cambiemos, pierde un ministerio en el gabinete. En pleno trámite de divorcio con el partido en la Capital, adonde el radicalismo lanzó una candidatura anti Pro con Martín Lousteau, es lo más parecido a un castigo a esos socios odiosos. Hacia afuera, la salida de Susana Malcorra es el primer cambio de gabinete antes del cierre de las candidaturas para las PASO de agosto. Ese proceso puede castigar aún más el peso de la UCR en el equipo de gobierno, si se confirman las postulaciones de Martínez en La Rioja, de Buryaile en el Chaco y de Cano en Tucumán. Ni qué decir si la imaginación relaciona esto con la salida tumultuosa de Carlos Balbín, otro radical, de la Procuración de Tesoro.
En el radicalismo había esta tarde un silencio que hacía ruido. Mauricio Macri no consultó este cambio con el presidente del partido, representante de la UCR en Cambiemos. Los radicales se enteraron por la radio de la noticia. Nadie habló con funcionarios del partido con cargo en la gestión Malcorra y a esta hora no saben si continuarán. No parece que eso ocurra.
Este hecho ahonda las diferencias entre la mesa chica del Pro y sus socios del radicalismo, que chirrían en el debate por las candidaturas en algunas provincias como Misiones, en donde Macri ha pedido que Humberto Schiavoni sea candidato a senador cuando muestran encuestas en favor de otros postulantes. También en Santa Fe, adonde el Pro se opone a que Mario Barletta encabece la lista de diputados nacionales cuando tiene mejores pronósticos que Luciano Laspina, porque irrita a Carlos Reutemann y a Miguel del Sel, que llena teatros haciendo chistes. Lindos temas para la mesa de coordinación estratégica de Cambiemos, que sesiona los martes a la hora de la siesta, antes de tomar la leche.
Para las perversidades del poder: esta transición se viene tramitando desde hace tiempo. Malcorra había propuesto que el reemplazante fuera Alfonso de Prat Gay, que siempre dijo que quería ese puesto, desde antes de la asunción como ministro de Hacienda. El gobierno no le hizo caso y le ofreció al ex ministro la embajada en Washington, cuando ya estaba abierta esta vacante. La decisión define con claridad que para Macri Prat Gay sirvió en un momento de ministro, pero que ahora sólo da para embajador. El qué si está para ministro es Faurie. Ésa es la vara. Para quienes miden la talla de los cargos: Malcorra renuncia por un problema familiar que debe atender en su casa de Madrid, ¿si ganaba la secretaría de la ONU, también hubiera renunciado?
Jorge Faurie junto al ex presidente de Francia François Hollande
Hacia adentro del equipo de gobierno, gana el asesorísimo del presidente, Fulvio Pompeo, el hombre que trajo a Susana Malcorra y que ahora trae a Jorge Faurie, el nuevo canciller. Este funcionario de carrera está identificado, junto a Pompeo, con la edad de oro del ruckaufismo. Faurie acompañó a Carlos Ruckauf en la gobernación de Buenos Aires, y fue su vicecanciller desde 2002. Pompeo también tuvo su momento de gravitación en aquellos tiempos.
Fulvio Pompeo (der.) recupera poder en el manejo de la política exterior
El asesor estratégico había traído a Malcorra (ver el cuento en Macri Confidencial: Pactos, planes y amenazas, Buenos Aires: Planeta, 2016, Cap. “Malcorra, canciller world class”) y su primer vicecanciller, Carlos Foradori. Había compartido con éste un equipo de trabajo en el Congreso, a finales de la década de los años ’90, que asesoró en el acuerdo con Chile por los Hielos Continentales, un emprendimiento bipartidario que inspiró Marcelo Stubrin.
Malcorra, una radical inorgánica, armó su ministerio con radicales. Se sumó al elenco de su partido, que ocupó algunas de las carteras más importantes del gabinete, o por lo menos las que manejan los grandes negocios de la Argentina, como Comunicaciones (Oscar Aguad), Agro (Ricardo Buryaile), Medios (Hernán Lombardi y Miguel de Godoy), Defensa (Julio Martínez), Hacienda (Alfonso de Prat Gay, un radicaloide que explota esa filiación cuando le es oportuno y Nicolás Dujovne), Plan Belgrano (José Cano), etc. Por esa alianza, la Cancillería sumó más radicales: los vicecancilleres Foradori y Pedro Villagra, el Coordinador General de Asuntos Estratégicos Mauricio Salmoyraghi, el auditor Marcelo Bassani, entre otros.
Con el tiempo se sabrá qué distanció a Malcorra de su padrino original, más allá de las esperables pujas de poder en el terreno de la política exterior, un entramado de prejuicios y fantasías, algunas de alto poder simbólico. Esas inquinas se sumaron a las críticas que la diplomacia profesional levantó sobre Malcorra: que postergó la gestión para privilegiar su carrera personal detrás de la secretaría general de la ONU; que llevó a Macri, apenas asumió, a una cumbre del Mercosur, sólo para que lo insultara la canciller chavista; que malquistó al país con críticas prematuras a Rusia por su política ante Europa; que vivía más en Madrid que en Buenos Aires; que se jugó en favor de Hillary Clinton en las últimas presidenciales; que se adelantó a una visita de Macri a Donald Trump apenas asumió éste, sin tiempo para preparar una agenda de trabajo y que sólo redundó en la entregas de material de espionaje que la Argentina ya había recibido; que sus funcionarios cedieron ante los de Trump y postergaron sine die la entrega de una condecoración a Jimmy Carter. Los profesionales de la casa son particularmente crueles cuando toman examen y más cuando el canciller no es de la carrera.
También le reprochan que habló de más sobre Malvinas con los ingleses, que imaginaron que les proponían un tratado. “En este tema no pasarán. Si es necesario pediré la interpelación y el juicio político a los funcionarios del Gobierno. No mientan más. La próxima vez que me entere por los diarios, contesto con el estilo que me caracteriza, a las trompadas” dijo Elisa Carrió que, para colmo, la tomó de punto y la hizo transpirar en la comisión de Relaciones Exteriores de Diputados. “No vamos a dejar en manos de ninguna Cancillería una cuestión que corresponde a los representantes del pueblo, que le quede claro a Malcorra”, remató. Ningún ministro recibió golpes tan duros de la jefa de la Coalición, que le propinó el tratamiento Lorenzetti- Majdalani.
Los socios de Cambiemos tienen también algunas inquinas: creen que fue demasiado blanda en la posición del gobierno sobre la detención de Milagro Sala.
La oposición ha creído que con Malcorra el gobierno no ha tenido política exterior. Ahora por lo menos tendrá protocolo, que es la principal expertise de Faurie.
Del gobierno la han defendido porque actuó como un avión en la venida de Barak Obama, presionó sobre Washington para que Trump lo recibiese a Obama. También aportó globalidad a un gobierno ombliguista: sostiene el lema del regreso de la Argentina al mundo – más un cambio de estilo que de alineamientos respecto de la era Duhalde-Kirchner -, pero carretea con vocación vecinal, una de sus claves de la fuerte identificación con la burguesía de las grandes ciudades, y de las pequeñas.
Después del divorcio con el radicalismo de la Capital Federal, no es impensable que Macri haya pensado en algún escarmiento de grilla para los herederos de Yrigoyen y Alfonsín. Con Martín Lousteau, estos socios odiosos del Pro vienen a escupirle el asado justo en el distrito en el que gobiernan en gloria y majestad desde hace 10 años y en donde laten los sucesores de Macri, como Horacio Rodríguez Larreta, Marcos Peña y María Eugenia Vidal. ¿Era necesario? ¿No se le ocurrió ir a otro lado? Nadie puede probar que esta salida de la radical Malcorra del gabinete, no es un castigo para disciplinar a los aliados demasiado ocurrentes.
Faurie venía de colaborar, en nombre de Pompeo, en la tumultuosa transición del gobierno de Cristina de Kirchner a Macri y le dejó a Oscar Moscariello la embajada en Portugal (12 años, un récord), para asumir en París. Tenía previsto regresar trabajar en la organización de la cumbre del G-20 junto a Beatriz Nofal. Quienes lo vieron en París antes de ahora afirman que no estaba advertido de que le iban a proponer este cargo.
Con Faurie en la Cancillería, Macri modifica su criterio original cuando emprendió el casting del primer gabinete. No quería a nadie de la carrera diplomática para no comprarse las intrigas y peleas internas de la Cancillería, algo de lo que pudo advertirlo Pompeo, que no es diplomático, pero tiene acumuladas millas en ese ministerio para dar y repartir. El nuevo canciller es un estilista de ceremonial y protocolo y no tiene peleas manifiestas, pero su rol como jefe de la diplomacia se las generará en poco tiempo. Tiene leyenda de ser un funcionario riguroso en las formas y en el fondo, con un fuerte sentido de la autoridad. Algo parecido prometía Malcorra, gran administradora pero que no hizo cambios en la casa ni aportó una política diplomática propia a su gobierno. Peña destacó, al dar la noticia, que Faurie, “es el número uno en el ranking de los diplomáticos argentinos”. Es como que le tocó a él, por el turno. También distribuyó un curriculum que destaca que sabe español, inglés, portugués, francés, italiano y rumano. Nada dice sobre si suma a esos skills algún manejo de Word y Excel o de la taquimecanografía.
En lo político se asume que la Cancillería es una cueva de radicales, en la cual los peronistas son como un gueto de desamparados. Faurie fue una estrella del menemismo y del ruckaufismo, un dato que por sí solo se anota para disputas. Ruckauf siempre ha manifestado una vocación por el servicio exterior y estuvo a punto de ser embajador de los Kirchner. Hoy parece distanciado del equipo que asume en Cancillería con Faurie y su padrino Pompeo, y se lo referencia cerca del opositor Julián Domínguez. El otro referente ruckaufista de aquellos tiempos, Martín Redrado, orbita cerca de Sergio Massa. El propio Faurie padeció la fiebre massita; en 2914 estaba en el equipo de política exterior de Sergio Massa junto a otro vicecanciller del peronismo, Andrés Cisneros. En tren de simplificar, el cargo que deja el radicalismo en el gabinete lo gana el peronismo disidente. Todo muy Vidal.
El nuevo funcionario seguramente traerá un equipo que desplazará a los funcionarios de la UCR que acercó Malcorra. Para que se entienda el mensaje. Con ese cambio, además, aparecen dos vacantes de oro, Washington y París. Y también tenemos Chile para ofrecer, si le dan el pase a Pilo Bordón a la secretaría de la UNASUR. Una piñata para agitar en tiempos de campaña. El gobierno, con esta elección de Faurie, tiene que desmentir un prejuicio de la política criolla: que designar a un diplomático de carrera como Canciller es un signo de debilidad. En una de esas también hace cae otro mito.
Los antecedentes de Faurie:
FORMACION PROFESIONAL
Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Año de egreso 1976. Promoción IX.
Estudios de grado: Abogado – Universidad Nacional del Litoral – Abril 1974.
ANTEDECENTES PROFESIONALES
Secretaría de Coordinación y Cooperación Internacional – 2014-2015
Embajador – Dirección General de Asuntos Culturales – 2013
Embajador – Embajada Argentina en la República Portuguesa – 2002-2013
Secretario de Relaciones Exteriores del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto – 2002
Adscripto a Gabinete del Gobernador – Gobernación de la Provincia de Buenos Aires – 2000-2001
Director Nacional de Ceremonial del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto – 1998-1999
Jefe de Gabinete de la Secretaría de Relaciones Exteriores del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto – 1997 – 1998
Director Nacional de Ceremonial del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto – 1994-1997
Director de Mercosur – SUBIE – del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto – 1992-1994
Secretaría General del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto – 1992
Ministro Consejero – Jefe de Cancillería de la Embajada Argentina en la República de Chile – 1989-1992
Consejero de Embajada – Jefe Área política – en la Embajada Argentina en la República Federativa de Brasil – 1987-1989
Consejero de Embajada – Jefe Programa Integración Brasil – en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto – 1985-1987
Consejero de Embajada – Dirección América del Sur, Coordinación / Área Atlántico – en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto – 1985
Secretario de Embajada de Segunda y de Primera Clase – Embajada Argentina en Rumania – 1980-1984
Encargado de Negocios a.i – Embajada Argentina en Trinidad y Tobago – 1979-1980
Encargado de Negocios a.i. – Embajada Argentina en Jamaica – 1979
Secretario de Embajada de Tercera Clase – Embajada Argentina en la República de Venezuela – 1978-1979
Dirección América del Sur – Escritorio Brasil – Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto – 1976-1977
Dirección de Tratados – Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto – 1975 – 1976
Vicecónsul – Instituto del Servicio Exterior de la Nación – 1975-1976