IMPROVISA CRISTINA ACTOS PRIVADOS PARA BUSCAR VOTOS, QUE SON PÚBLICOS • MACRI TAMBIÉN HACE ACTOS CON DERECHO DE ADMISIÓN • CRISTINA LE OFRECIÓ A RANDAZZO IR JUNTOS, PERO CON UN LÍMITE: VETÓ A QUIENES LE VOTARON LEYES A MACRI • EL GOBIERNO LE VOLTEÓ A CAPITANICH CANDIDATO POR EL CHACO • LO QUERÍA JEFE DEL BLOQUE CRISTINISTA EN DIPUTADOS • RAJOY SE SABE LA ZAMBA DE MI ESPERANZA • ESPAÑOLES SE PREGUNTAN CÓMO PUEDE CRISTINA SER CANDIDATA • ESPERAN PARA SEGUIR HABLANDO DE INVERSIONES • FREDI STORANI RUMBO A LA PRESIDENCIA DE LA UCR
El peronismo descubre la política. Que no sea tarde, porque todo lo que ha hecho siempre fue desde el Estado con plata del Estado, y con verticalismo estatal. En esta pretensión de llaneza, rara en la política popular de mercados que regula el sistema político en la Argentina desde hace años, ancla Cristina de Kirchner su proselitismo para las PASO de agosto. La emulación duranbarbista de los cabildos 360° y la apelación al subconsciente de las redes, es el último envión de su biografía política, nacida de un mandato hereditario de su marido y que parece buscar una legitimidad democrática. Salir del poder que viene de arriba para abajo y ensayar que suba de la base hacia el vértice. Una audacia que puede convertirse en una quimera, otra, si transita de nuevo por los atajos que brinda el propio poder. Difícil abandonar una vida de simulación. Ahora Cristina busca los votos de la revancha y por eso les dice a quienes la escuchan en los actos foquistas, encapsulados y entre vigilantes, sin luz ni prensa, que la campaña hay que basarla sobre “lo que hemos perdido”. Claro que, el público gana y pierde algunas cosas muy distintas que las que ganan y pierden los políticos. En esos encuentros que le arman Tristan Bauer y el catalán Antoni Gutiérrez-Rubi, buscan ganar voluntades explotando lo que Jaime Durán Barba llama la “economía de la conversación”. Por eso Cristina, que nunca escuchaba a nadie, ahora sólo quiere escuchar. “Si creen que vengo a acá a bajarles línea es que no hemos entendido nada”, les dijo a quienes fueron el lunes pasado a la “cueva” de Eduardo Valdés en el barrio de Almagro.
Cerca de un centenar de personajes del rubro media & entertainment (vulgo farándula) se agolpó en el museo que tiene el ex embajador en el Vaticano junto a su casa y que ha bautizado “Café las Palabras”, el mismo rótulo que tuvo un recordado programa de cable con Rafael Bielsa. Fue por gestión de Oscar Parrilli, que buscaba por pedido de la jefa, un lugar apropiado para una reunión cerrada. Esto de los actos privados para buscar votos, que son públicos, es una extraña novedad que también comparte el macrismo. En los actos del presidente, los entornistas que se acercan a la convocatoria, tienen que firmar un acuerdo de cesión de imágenes para spots, una forma además de controlar a cada asistente. En Cristina se entiende también como un reconocimiento tardío de la ex presidente de que hay una “deep” política, así como hay una “deep web”, por donde transcurren cosas que ella no ve, pero que otros sí y que es un mercado posible para la cosecha electoral. A todos los pone ansiosos esa fantasía de que Macri ganó por es una marea subterránea pero invisible de las redes. Justifica el retorno de los brujos, que dicen mirar lo que es invisible para los demás. Ha pasado una década desde que su ministro Héctor Timerman descubrió el tuiter. Fue el primer funcionario de su gobierno que escaló a la fama en las redes sociales; el público ha olvidado ese antecedente, que figurará mañana en el récord de estos tiempos. La propia Cristina se burlaba de los funcionarios que estaban todo el tiempo en el tiqui-tiqui del teléfono. Ella fue quien lo mandó a callar a su canciller cuando incurrió en una respuesta resbaladiza sobre la conducta afectiva de Martín Redrado. Timerman cerró su cuenta, que había sido precursora de lo que ahora, tarde, descubre quien fue si jefa.
Éste es el formulario que firman los asistentes a actos de campaña de Cambiemos en la Capital. Es para autorizar el uso de imágenes. Es una forma de control.
Tanto cree Cristina – o quien le da letra táctica – en la clandestina economía de la conversación, que mandó a que no hubiera periodistas en ninguno de sus actos. Todo gacetilla. Y que nadie cuente nada de lo que se habló esa tarde en lo de Valdés. Incluso avisó que las imágenes debía filtrarlas el cineasta Bauer para usarlas en spots que ya se conocerán. Alguno de los presentes no resistió y colgó fotos y videos de ese encuentro, pero le llegó el aviso del Big Brother de que borrase las imágenes de la red. Brujuleando por la red, se encuentran algunas, como las que ponemos aquí. Allí Cristina les dice a los invitados que quiere escucharlos a ellos, que le cuenten sus malandanzas en el oficio de media & entertainment. Ese segmento profesional es, se sabe insaciable, y vive colgado al Estado. Por eso todo fueron lágrimas y reclamos de fiereza para volver al gobierno de la década ganada. Éste es un padrón que tiene adeptos también en el oficialismo de Cambiemos, pero que se cuida de quejarse mucho porque están todos curtidos de haber vivido bajo el agua durante años de gobiernos peronistas. Lo dijo Luis Brandoni hace algunas horas: “De 1500 películas que se hicieron durante el kirchnerismo, yo hice 4”. La novedad es para quienes ahora que se han quedado sin Salón Blanco ni Olivos para las algaradas como las que hacían con Perón en los años´50 Mariano Mores o Juan Carlos Mareco (animadores de la farándula de antaño), o en los ’90 Menem con Adriana Varela, Charly García y hasta María Elena Walsh, musa gorila si las hubo, o en los últimos años Teresa Parodi o los Echarri con Cristina.
Una de las imágenes clandestinas del acto en Almagro del lunes de Cristina con la farándula. En la foto con el candidato porteño Juan Manuel Valdés.
Más en la profundidad de los hechos, Cristina confesó algunas razones de su navegación electoral: 1) lo quiso a Florencio Randazzo en la lista, pero éste le rechazó todo. “Le ofrecí ser candidato a senador y nunca contestó – contaba ella esa tarde del lunes entre café y galletitas -. Se me vino encima el acto de Arsenal y el señor Randazzo no aparecía. Cuando llegó ya era tarde, el viernes antes del cierre. Me lo trajo Jorge Taiana, a quien ya le había ofrecido ser el segundo de mi candidatura, a pedido de Alberto Fernández. Le ofrecí encabezar la lista de diputados y darle tres puestos más, entrables, a gente de él. Tampoco quiso”. No explicó qué le pidió el ex ministro, pero la respuesta está seguramente en las condiciones que puso ella: que no hubiera en la lista ninguno de los legisladores que le han votado leyes a Macri en el Congreso. Ellos son el límite. ¿Ejemplos? Juan Manuel Abal Medina. ¿Y Julián Domínguez? Tampoco, porque la hirió en su condición de mujer cuando dijo que era un envase viejo, o algo así. Le preguntaron por qué va sin el PJ. Porque ir por adentro la obligaba a una campaña convencional, la que quiere el macrismo para descalificarla. Yendo por afuera no tiene que competir con nadie, no se obliga a ningún debate, decide el formato, ningunea a todos, le niega talla a cualquier adversario. Hace lo que quiere, aunque tenga que pagarse ella la fiesta porque habrá menos fondos. Inadmisible para Florencio, al que en el fondo también le estaban eligiendo a su gente. Comprensible en ella, porque para Cristina una campaña es una fiesta privada.
Cristina tenía otros planes, que tampoco le salieron. El principal, promover la candidatura de Jorge Capitanich como primer diputado del peronismo por el Chaco. El ex jefe de gabinete es hoy intendente de Resistencia y criticó a Cristina por no darle las PASO a Randazzo en Buenos Aires. Cree que Cristina tiene que pasar de jefe a conductora. Un conductor, dice, tiene que arbitrar las contradicciones de su espacio y ofrecer de contención a todos. Un jefe manda en su sector, nada más. Eso es Cristina hoy en el peronismo, no una conductora. El proyecto de Cristina era que Capitanich, como diputado, fuera el presidente del bloque de Unidad Ciudadana, marca que sucederá al Frente para La Victoria en el Congreso. Capitanich sigue teniendo buena intención de voto en su provincia. En las PASO locales de Resistencia fue superado por el radicalismo por poca diferencia por sobre el PJ, pero el peronismo de varias tribus sumó más votos. El Coqui chaqueño parlamentó con el gobernador Domingo Peppo, quien le confesó que estaba bajo presión del gobierno nacional y que su administración depende mucho de los fondos federales. Si Capitanich iba de candidato, la Nación iba a frenar las partidas. Capitanich bajó la candidatura porque creyó que el mejor beneficio del conjunto es que a Peppo le vaya bien.
Jorge Capitanich ayer por los barrios de Resistencia, condenado a un destino municipal. El gobierno nacional logró bajarlo de una lista cristinista a diputado nacional. Lo quería de jefe del bloque.
Es difícil entender qué han querido hacer Florencio y Massa anotándose para senadores en una pelea que concentran Cambiemos y el cristinismo, y que puede dejarlos fuera carrera. “No entienden que siendo candidatos a diputados quedaban dentro del sistema. El que se queda afuera no existe más”, es el dictamen del peronismo K. En el sector del peronismo anti K que representan los dos ex ministros de Cristina (Flor y Sergio) hay una sensación de derrota. “Nos equivocamos”, dicen ahora, después del cierre de listas para las PASO. “Es un fracaso porque hace un año creíamos que Cristina se terminaba y que no la seguiría nadie del peronismo. Que eso no haya ocurrido es un fracaso nuestro”. Nunca lo dirán en público, pero lo admiten entre cuatro paredes. Para Randazzo no es dramático irse a la casa porque ya está en su casa. Empezó de abajo y sigue estando allá abajo. Para Sergio es distinto porque fue el ganador de 2013 y esperaba otra cosa. ¿Qué hará ahora? Cuando está de buen humor, levanta una servilleta y la revolea por encima de la cabeza: “Si Cristina gana, bandera blanca y me sumo a Urtubey, si Juan Manuel vuelve a la política”.
Estos peronistas no son los únicos que creían en la licuefacción de Cristina y que ahora suspenden el juicio hasta conocer qué pasará en las elecciones. Es el ánimo con el cual, con todo el respeto que se merecen ciertas dignidades, interrogan desde afuera a los argentinos que están de viaje. Lo hizo, por ejemplo, el premier español Mariano Rajoy, en la fiesta de cumpleaños en Madrid del senador del PP por Valladolid, Miguel Ángel Cortés (cumplió 59). Había allí varios argentinos porque Cortés tiene buenos amigos en el país, además de obrar como contacto entre el PP y el macrismo desde hace años. Tanto, que en cualquier momento le van a dar, a su pedido, la nacionalidad argentina. Un modelo de sacerdocio criollo. En esa reunión, que transcurrió en el piso que el legislador tiene a pocos metros del palacio de las Cortes, estuvieron el embajador argentino Ramón Puerta, el consejero de inversiones de la embajada, Guillermo Hirschfeld, que ya vivía en España antes de que el macrismo llegase al gobierno y traficaba influencias entre los dos márgenes, y la psicóloga Nancy O’Toole, viuda del cineasta y petrolero Jorge Estrada Mora. También estaban algunos buenos conocedores de la Argentina, como el ex presidente del Uruguay José María Sanguinetti y el ex BID Enrique Iglesias, a quien sucedió en la Secretaría General Iberoamericana, la costarricense Rebeca Grynspan. Esta dama viene de ser vicepresidente de su país cuando gobernaba José Figueres (h) y administra ahora la SGI, una de las últimas canonjías borbónicas reservadas a indianos y ultramarinos.
Mariano Rajoy cantó ante argentinos y españoles Zamba de mi esperanza, himno de la argentinidad. En la foto junto a Ramón Puerta, que parlamentó también con el ex presidente del uruguay José María Sanguinetti.
En esos diálogos se preguntaban los españoles qué corrección hay que hacer en el relato periodístico que sale de la Argentina hacia afuera, para hacer entender cómo el partido que gobernó hasta 2015 puede ganar o recuperar posiciones en las próximas elecciones de la mano de nombres como el de Cristina de Kirchner o José López, que ya son leyenda fuera de estas comarcas. Como nadie tiene la respuesta, todos callan y esperan. A los españoles no les cuesta mucho porque allá están empezando las vacaciones, una buena oportunidad para suspender consultas y reuniones relacionadas con negocios con Buenos Aires. España ya le cumplió a la Argentina reponiendo las compras de biodiésel, que perfeccionará el mes que viene la UE, levantando las últimas trabas aduaneras. Ya se contó aquí que eso es previo a la firma, hacia fin de año, de un primer protocolo de libre comercio con el Mercosur. Quedan puntos pendientes de negociación, especialmente el que afecta a las explotaciones agrícolas. “Primero firmemos, y desde adentro discutimos todo” es el lema que alimenta el optimismo.
Rajoy demostró que es buen amigo de los amigos. Se quedó en la fiesta del viernes desde su comienzo hasta la madrugada del sábado y, entusiasmado con la presencia de los argentinos, se sumó a la guitarreada y entonó, de memoria, nada menos que “Zamba de mi esperanza”. Un clásico del folk que pocos saben que, aunque tiene ritmo de zamba norteña, se escribió en Mendoza, provincia en donde suenan otros ritmos. La cantó antes que nadie Jorge Cafrune y llegó a ser tan conocida que Horacio Fontova ha dicho que quien no la conoce “es un marine” (hay una linda historia de ese tema en un capítulo del delicioso ciclo de Emilio del Guercio “Cómo hice”, en https://youtu.be/OfhQDpHsqwM). Otro de los presentes no quiso ser menos y se cantó, de una, la Marcha Peronista. Era el marido de la funcionaria Grynspan, Saúl Weissleder, que fue embajador de su país en la OEA, y fue el presidente de la asamblea legislativa de Costa Rica, bajo el mandato de “Pepe” Figueres. Tampoco era un marine, diría Fontova, pero sí un soldado instruido. Contó que había hecho el servicio militar en Israel y había compartido los cuarteles con argentinos que cantaban la Marchita para cultivar la nostalgia. Recordaron en esa mesa que Argentina y Costa Rica fueron los primeros países de la región que reconocieron, después de su fundación, al estado de Israel.
Rajoy se interesó como pudo – para respetar las precedencias diplomáticas – sobre las cosas nuestras. Por ejemplo, ¿cómo era Néstor Kirchner?. Puerta, riendo, respondió: “De Néstor no puedo contarle muchas cosas buenas. Pero reconozco que me enseñó algo: que, en política, para tener fueros, hay que ser de izquierda”. El interlocutor festejó: “Soy de derecha, pero creo que tengo que empezar a hacer algún viraje ideológico”. Con esa fiesta declina la temporada argentina en la capital española. Puerta volvió ya al país; su partido compite en las elecciones de Misiones con Pedro Puerta de primer candidato a diputado nacional. Quedaron por allá otros viajeros para apurar las últimas actividades antes del verano, como José Octavio Bordón, embajador en Chile, o la flamante embajadora ante la ALADI, la economista Beatriz Nofal. Fue desplazada en la cancillería cuando llegó Jorge Faurie. Era la encargada de la organización de la cumbre del G 20 del año que viene en Buenos Aires, pero la reemplazó como sherpa otro desplazado, Pedro Villagra Delgado, que era el jefe de gabinete de Susana Malcorra. No debería ser mal consuelo la embajada en Montevideo en la ALADI, adonde Chacho Álvarez es el secretario general: es la mejor paga de todas las que tiene la Argentina en el mundo. Hay que averiguar por qué. Pero no es consuelo para Nofal, una próspera empresaria como consultora y productora de finos caldos junto a sus otras tres hermanas: una de ellas, Ercilia, es además directora del Banco Nación.
“Fredy” Storani completó ante el público de la peña partidaria que sesiona los jueves en Lalín los documentos de los últimos meses sobre la inserción de la UCR en Cambiemos (uno en Villa Giardino y otro para sus lectores en red). Destacó, como todas las tribus radicales, el acierto de la alianza con el Pro que impidió que continuase el ciclo peronista abierto en el año 2000. También, como otros correligionarios, ahondó en las diferencias que dividen a los aliados. Reclamó ante eso, un radicalismo más activo y menos condescendiente, en beneficio del partido y del gobierno. Todo esto coronó con el lanzamiento de un programa con vistas a la elección de la nueva conducción del Comité Nacional en noviembre próximo. ¿Podemos esperar que en reemplazo de José Corral tengamos a Fredy Storani como presidente del Comité Nacional?”, fue la pregunta de la platea que escuchaba. Hizo mención a una de las aguafuertes de Roberto Arlt (“Candidatos a millonarios”) y respondió: “- Por lo menos, yo compré el billete, después veremos si sale…”. Aludía a que él ya tiene la condición necesaria para ser elegido, la de delegado al Comité Nacional por Buenos Aires. Si esto no fue un lanzamiento… Escucharon tamaña definición, clave para el debate político de Cambiemos con vistas al 2019, los diputados nacionales Héctor “Cachi” Gutiérrez y Alejandro Echegaray, el ex senador nacional Samuel Cabanchik, el exministro Héctor Lombardo, el ex senador provincial cordobés Gabriel Tévez, junto a una delegación de riocuartenses de donde es oriundo Storani, el exdiputado nacional por Santa Fe Edgardo Barberis, el vicepresidente del Instituto Yrigoyeneano Diego Barovero, la directora de cultura del Senado Liliana Barela, además de Miguel Ponce, Carlos Perez Gresia, María Teresa Flores, Oscar Muiño, Jorge Ciarliero, Juan Carlos Valente, los embajadores Miguel Angel Espeche Gil y Raúl Ricardes, Eduardo Saguier, Mario Peres Lerea, Eduardo Cámara, Florencia Saborido, Marcelo Pellegrini, Ivo Holsinger, Julio Olaz, Silvia Echarte, Gustavo Zunino y Mario Crocco, entre otros.
Federico Storani lanzó la campaña por la presidencia del Comité Nacional de la UCR en el satuario radical de Lalín. En la foto junto al historiador Diego Barovero
Otro grupo marcado también por la disidencia partidaria promovió un mitín con el candidato porteño Martín Lousteau, que enfrenta en la Capital al sector que avala el radicalismo nacional. Fue en Rancho Banchero, la pizzería boquense que presume de haber inventado la fugazza con queso. Hasta allí llegaron, junto al ruludo economista, sus compañeros de lista Débora Perez Volpin, Juan Nosiglia, Inés Gorbea, Barbara Bonelli, Álvaro de Lamadrid, Mariano Genovesi, Leandro Halperín, Hernán Rossi y Adrian Mastronicola, vástago del clan Bello, que jugaba de local. El propósito fue ensayar también el formato del cabildo abierto con consultas de los vecinos y dirigentes intermedios y, de paso, deglutir las delicias de la casa. Animaron el condumio de campaña, entre otros a la diputada Patricia Vischi, Miguel Salierno, Damián Farah, Víctor Hugo Salazar, Juan Jose Acosta, Diego Barovero, Norberto Darcy, Elsa Mastronicola, Julio Bello, Guillermo Meyer, Luis Polo, Juan Carlos Kozow, Oscar Tornadore, Omar Haladjian, Monica y Fabiana Bello, Héctor Camarota y Jorge Moreira.