El Gobierno discutirá su estrategia electoral en la una serie de concilios tribales. El primero será una exhibición del ejército del Norte, que participará de una cumbre regional con la presencia de Alberto Fernández. Ocurrirá el 20 de enero en La Rioja. Ese día se reunirá con una decena de los gobernadores del llamado Norte Grande, la mayoría peronistas (8 de los 10 convocados). La atención se centrará en la reunión aparte y presencial que hará Fernández con el segmento peronista del Consejo Regional del Norte Grande Argentino, que preside de manera temporal Jorge Capitanich, el más importante de los mandatarios cristinistas del interior.
El voto del Norte del país es, junto al del conurbano bonaerense, la clave del poder electoral del peronismo. El resto del país queda librado a alianzas con quien se ponga, pero estos dos sectores –Norte y Conurbano- cifran cualquier chance electoral. Mostrar concierto con esos conglomerados es una manera de intentar un liderazgo para Alberto, que integra la triada de poder junto a Massa y Cristina. La convivencia no es pacífica porque disputan el control del armado metropolitano. Pero también lo hacen con el resto del peronismo del interior, en donde hay gobernadores de peso como Juan Schiaretti, Omar Perotti, Juan Manzur, Jorge Capitanich o Gustavo Bordet. La cumbre del Norte exhibirá el núcleo de provincias donde el peronismo tiene más sostenibilidad política.
Sin PASO, Alberto y los Kirchner se aseguran lapicera
En esa reunión, el Gobierno agotará el debate sobre la suspensión o no de las PASO, que busca resolver antes de fin de mes. Parece una puja cerrada en el oficialismo. El sector Alberto-Massa apoya la suspensión, frente al cristinismo que ha dado señales de querer mantenerlas. La exaltación de Máximo Kirchner como presidente del PJ de Buenos Aires, implica que el hijo de Cristina tendrá el manejo de la lapicera en el armado de las listas. Puede prescindir de las PASO en ese distrito, como Alberto en el orden nacional. Hasta los radicales Gerardo Morales y Gustavo Valdés que están comprometidos con el rechazo al proyecto: en este punto acatan la posición en contrario de su partido, la UCR. Todos coinciden en que son caras e inútiles, y que en tiempos de peste es mejor dedicar los recursos a otros fines. Los movimientos del peronismo en torno a que Alberto y Máximo sean admitidos como conducción, les evita cualquier amenaza de división. Estar unidos fue la clave de la recuperación en 2019 del poder que habían perdido desde 2009, por dividirse.
La oposición pone aprueba la unidad
La oposición es la que ahora tiene que encontrar alguna receta de unidad que aplaque las tensiones internas. El país discute las PASO. El peronismo se inclina ante liderazgos pasajeros como los de Alberto y Máximo, designaciones de superestructura sin construcción desde abajo. Pero el radicalismo libra disputas internas profundas, en por lo menos cuatro de los distritos más grandes de la Argentina: 1. En Buenos Aires en marzo se enfrenta el ala de Salvador-Abad (identificada con lo que fue el gobierno de María Eugenia Vidal), con Gustavo Posse y el ala Storani-Casella. 2. En Capital disputa el nosiglismo con el ala de Angelici (el pro-radicalismo que se construyó al calor del macrismo) y la lista que alienta Jesús Rodríguez. 3. En Córdoba, provincia en la que no hay PASO provinciales, están enfrentados el sector de Mario Negri (autoridad parlamentaria nacional como jefe del interbloque de Juntos por el Cambio) con el de Ramón Mestre. 4. El radicalismo de Santa Fe, históricamente tironeado por alianzas con el Pro y el socialismo, intenta en estas horas armar un Frente Amplio provincial que unifique a los sectores.
Este conglomerado radical, que aporta a la oposición solidez territorial en los distritos más grandes de la Argentina, en los cuales la fórmula Macri-Pichetto tuvo su mejor elección a presidente, tiene a su vez que conciliar con los primos del PRO y la Coalición, en unas elecciones fragmentadas en 24 distritos, y con una fuerza que tampoco tiene liderazgo unificado. Este lunes se reunirá la mesa nacional de Juntos por el Cambio para intentar algún armado que solvente la falta de una estrategia unificada hacia adentro, que esté por encima de la que han acordado hacia afuera: permanecer unidos y no discutir liderazgos.
Diputados: no hay protocolo para las leyes tóxicas
Le agrega ebullición a esta reapertura de agendas la puja por la reapertura de sesiones en Diputados, que intenta el oficialismo para la última semana de enero. El trámite avanza por la colectora. Massa no abre la boca. Está de veraneo en Pinamar, a dos cuadras de donde se aloja el jefe del bloque del PRO Cristian Ritondo, y no lo ha llamado para decirle qué quiere hacer. Es raro, porque siempre han tenido línea abierta. Envió a través de un secretario, a los bloques legislativos, un proyecto de prórroga del protocolo de sesiones presenciales que rigió hasta el 4 de enero. Manda a decir que es bueno que se reabra el Congreso en enero, que no lo hace desde el verano de 2002. No sabe qué quiere decir con eso, porque en aquel tiempo ardía el país y se reabrió para designarlo a Eduardo Duhalde. Esto sólo explica el negocio, pero no la ideología: la oposición quiere saber qué proyectos quiere tratar el peronismo.
(De la columna “La ley de Alberto, el debate por el indulto y rosca electoral en el Norte” – Avant Premiere en Clarín de hoy https://clar.in/3i2OpO8?fromRef=twitter)