También en Washington se vende bijouterie de “lawfare”
De ese diálogo, con seguridad, surgió alguna coincidencia sobre los hijos respectivos, que los tienen más o menos de la misma edad. También sobre cuál puede ser el final de Trump después del impeachment, a que lo someterá el Congreso, si puede prolongarse después de que deje del cargo, y si el final será su inhabilitación para que siga ocupado cargos. Los dos deben haber coincidido en que los demócratas agotarán los recursos de lo que por acá llaman “lawfare” para sacarlo de la cancha. Es algo que teme Cristina, si prosperan las causas judiciales en su contra, algunas de ellas flojas, porque se basan sobre la presunción de una asociación ilícita difícil de demostrar. En otras, que parecen de menor cuantía y relacionadas con negocias de familia, puede haber una sanción menor, pero que puede conllevar alguna inhabilitación. Es explicable el énfasis con el cual embarca a todo el Gobierno en batallas judiciales que les interesan más a ella y a sus entornistas, que al conjunto del partido. Ese énfasis es el que hace peligrar, en algún momento, la unidad del peronismo, que desde 2009 se propuso despegarse del destino individual de ella y su familia. De la misma manera como había decidido en 1999 despegarse del destino judicial de Carlos Menem.
Recalculando por cambios en Washington
El cambio presidencial en Washington también acelera posicionamientos en el Gobierno. Solá festeja el resultado, por el final de su contradictor permanente en la administración Trump, Mauricio Claver-Carone. En aquella reunión que tuvo Alberto en México antes de asumir la presidencia con Eliot Abrams y Claver, Felipe se sintió ignorado por el organizador del encuentro, el empresario argentino Gustavo Cinosi, asesor político del secretario de la OEA Luis Almagro. No lo habían incluido, pero Alberto lo impuso. Por el tono de la charla, Claver diría al salir: a Solá no lo quiero ver por Washington. Ahora lo verá, porque Claver perdió, y tiene que extremar sus recursos para que el nuevo Senado de los EE.UU. no le organice una asamblea del BID para sacarlo del cargo. El gobierno de Trump lo impuso pese a los intentos de algunos países, como la Argentina, de que la elección del nuevo titular del banco se hiciera después de las elecciones. Sería difícil que el nuevo Senado, dominado por los demócratas, avalara la salida de Claver, un norteamericano, para que lo reemplace un hombre de otro país de la región. Pero su situación es delicada. Cinosi actuó junto a Almagro como fogonero de la elección de Claver, y queda identificado con Trump. Almagro recuperará, con la presidencia de Biden, sus pergaminos de hombre del Frente Amplio del Uruguay.
El amigo americano
Cinosi también tiene recursos de defensa propia. Es un personaje permanente del elenco de empresarios argentinos con intereses corporativos en todos los gobiernos. Tiene una larga trayectoria como enlace entre el Departamento de Estado ante el área presidencial de la Casa Rosada. En esa función se hizo amigo de Alberto Fernández cuando era jefe de gabinete, porque era la manera de llegar a Néstor Kirchner. Cuando Alberto se fue, hizo el acercamiento a Carlos Zannini para entornarla a Cristina. Cuando llegó Mauricio Macri, pasó una temporada en el purgatorio por su identificación K, pero logró recomponer relaciones con esa administración a través del canciller paralelo que fue Fulvio Pompeo, secretario de Asuntos Estratégicos. Al llegar Alberto, Cinosi se encargó de organizar aquella reunión de México. También montó el operativo de Claver al BID, que contaba con el recurso de que Gustavo Béliz sostuviera su candidatura. Le servía al uruguayo para hacer músculo, y estaba previsto que Béliz, cuando perdiera, fuera llamado a un alto cargo en el BID, para ampliar la base política de Almagro, quizás una vicepresidencia del banco.
Alguien explicará por qué Béliz se bajó de esa pelea y desbarató el operativo unidad. Quizás la estética de ir a una elección y aparecer derrotado no cuadraba con la imagen que le quiere dar Béliz a su biografía de funcionario. Pero en este ajedrez diplomático el que puede celebrar con razón es Solá. Otra explicación es que previeron la derrota de Trump y no le tienen confianza a la capacidad de supervivencia de Claver bajo otro cielo político. O de Cinosi, que fue el promotor del viaje de Ivanka Trump a la Argentina en setiembre del año pasado, cuando Macri –vencido en las PASO– marchaba en coche al muere. La hija de Donald, y esposa de Jared Kushner, asesor presidencial saliente, tiene ahora un proyecto político: ser candidata a senadora el año que viene por el estado de la Florida, y aprovechará la conexión Cinosi con gobiernos de la región, como México, que le pueden dar un mano. Por ejemplo, a través de empresarios que tienen negocios en los EE.UU. y que ya han sido patrocinantes de la candidatura de su papá.
(De la columna “La vacuna del Papa Francisco, el Gobierno prueba candidatos y cumbre Horacio Rodríguez Larreta-Gerardo Morales”, Avant Premiere de hoy, en – https://clar.in/38SVWMB?fromRef=twitter)