Guzmán explica poco, pero sí que escucha (y anota)
El taller del jueves fue de alta tecnología. Los cuatro escucharon la master class en el salón de reuniones de la empresa IMPSA (ex Pescarmona) de Godoy Cruz, Mendoza. Fue al asumir la Nación la mayoría accionaria de esta firma emblemática. El gobernador radical Rodolfo Suárez y su ministro de Economía Enrique Vaquié les propinaron una picada con empanadas, a la que sumaron a Ricardo Quintela, gobernador de La Rioja y uno de los “Gitanos” más famosos de la clase dirigente -compite en olfato con Armando Cavalieri-. Lo aprendieron para el segundo tiempo. Por ejemplo, que una empresa como IMPSA, que está entre las más importantes del mundo en ingeniería de obras, ha sufrido durante años el veto de países como China o los que integran la Unión Europea por el “compre nacional” de esos países.
Pichetto se queja de que Guzmán casi no habla. Pero cómo pregunta y cómo anota. Alberto se quejaba de aquel modelo de protección sin fijarse en el compre nacional de por acá. Y menos aún en el “pague nacional” que el grupo sufrió, según examina la Causa de los Cuadernos. Quintela tenía la vista fija en Guzmán: su provincia está en default y sólo si renegocia bien y a tiempo podrá ser uno de los clientes que necesita la IMPSA, ahora estatizada.
La Rioja y Buenos Aires son las dos provincias que no han salido del default. Y dependen del auxilio de Guzmán para regularizar su credit record. Ojalá pudieran el ministro y Alberto empujar el acuerdo con el Club de París y el FMI, algo que el cristinismo se ha juramentado a que no ocurra jamás. La Argentina ha estado fuera del mercado desde 2002 hasta 2019, salvo los años Macri 2016 a 2018. Hoy es más fácil evitar la foto del arreglo porque en el mundo de la peste nadie paga deudas, todo se condona y se tira para adelante. ¿Justo ahora vamos a pagar?, brindan en el Instituto Patria.
Filigranas de internismo en Mendoza
Si La Rioja logra salir del default podrá firmar con IMPSA la provisión de los molinos de viento para al área de Arauco, en donde tiene previsto un parque de energía eólica. La crisis de esta empresa, que ahora tiene una capitalización estatal, depende además de dos obras pendientes. Una es la represa y central hidroeléctrica de Portezuelo del Viento que se construirá sobre el Río Grande, el más caudaloso de la provincia. Mendoza tiene un compromiso con la Nación, pactado con las presidencias de Kirchner y Macri, para financiarla.
Alberto cumple religiosamente con los pagos comprometidos, aunque le cueste las quejas de La Pampa, que discute el proyecto alegando que le usan recursos propios. Esa obra es un símbolo casi malvínico para los mendocinos, que la apoyan desde todos los partidos. Por eso en la mesa de ese almuerzo-picada estaba Anabel Fernández Sagasti, senadora cristinista que debe pelear este año su reelección en la banca. El afecto de los votantes depende de que apoye esa obra, por la que jura.
La tercera obra que espera la IMPSA estatal es la construcción de varias turbinas para Yacyretá. Con esas tres obras habrá IMPSA para rato. Para la filigrana política: la firma está en el planeta Kulfas, que puso al actual presidente, Marcelo Kloster -un INVAP que vive en Bariloche- que estuvo ausente del almuerzo. Sí estuvo el CEO Juan Carlos Fernández, que está en el cargo hace varios años y también Antonio Caló, jefe metalúrgico. Tampoco estaba otro mendocino aliado del Gobierno, pero enojado con la capitalización de la empresa: José Luis Ramón, que preside un bloque-bisagra que le responde a Massa. Se quejó del aporte de la Nación y viene quejoso de que lo dejan afuera de los acuerdos con la oposición.
Argentina es diferente: se gobierna por ensayo y error
La sinceridad inocente de la política prueba que es una actividad sin misterios, en la que la realidad se agota en lo fenoménico. Es lo que parece. No hay otro mundo detrás de lo aparente. No hay conspiración ni secretos que expliquen, desde bambalinas, los movimientos de los muñecos. La Argentina es un país con políticos de dos tiempos. Es la sinceridad que se transmite desde el libro que le escribieron a Mauricio Macri y que le titularon, con una autorreferencia fatal: “Primer tiempo”.
Los políticos criollos obran por ensayo y error en el primer tiempo, y después reclaman un segundo tiempo para el que prometen gobernar con más ciencia y más est/ética. Menem logró su segundo tiempo en 1995 -reelegido para aplicar una reforma constitucional pactada con la oposición-. Néstor Kirchner no tuvo segundo tiempo -temió perder una reelección- pero ensayó enmiendas en un segundo tiempo ganancial, el de su cónyuge, elegida en 2007 bajo la consigna “el cambio dentro del cambio” (fue el lema de la campaña junto al pactista Julio Cobos). Los Fernández tienen desde 2019 su segundo tiempo “para ser mejores” -el virus no los deja-. “No me gusta que me apuren, me cansan las indirectas”, decía Palito cuando cantaba aquel clásico “¿Para cuándo joven?”. Déjenlos llegar al segundo tiempo.
Bonus: Para cuándo joven por Palito: https://youtu.be/9A4NrSkiEYo
(De la columna El lanzamiento de María Eugenia Vidal, violencia a la mexicana y el segundo tiempo de Alberto Fernández – Avant Premiere, en Clarín de hoy: https://clar.in/3z74P0o?fromRef=twitter)