Abofeteó a De la Rúa y lo hizo ganar
Morris es un asesor world class cuyo método consiste en hacer una lectura deliberadamente superficial de los actores de una elección, y busca explotar sus caracteres organolépticos, localizar la contradicción con sus adversarios y dar consejos para la confrontación.
Ese método les funciona a estos asesores globales para aconsejar en situaciones cuyos antecedentes históricos desconocen, ni les interesa mucho conocer. Leen encuestas y aconsejan desde la lógica. Cuando se conocen los resultados de las elecciones, ellos ya se han vuelto a su país y se dan por cumplidos.
El asesoramiento no tiene mucho que ver con las convicciones personales del asesor, al que en este caso le gustan las ideas de Milei, pero no su proyecto de dolarización. Antes ha sido asesor de Rudolf Giuliani y eso lo podría acercar a Sergio Massa, que ha sido socio de Giuliani en empresas de consultoría de seguridad en países de la región. Pero le tocó Patricia, y allá vamos.
Ya le ha dado una mano a otros candidatos como Ricardo López Murphy, Elisa Carrió, Ricardo Alfonsín, a Mauricio Macri en 2003 y también habló con Carlos Menem en las presidenciales de ese mismo año. El contacto local más cercano lo tiene a través de Luis Rosales, un mendocino que estudió en Harvard y que lo representa en la Argentina.
Fue el candidato a vicepresidente de José Luis Espert en 2019. Morris es el hombre que le pegó un cachetazo en la cara a De la Rúa cuando filmaban un spot en 1999 cuando le pareció que no exhibía la energía de un candidato ganador. Funcionó porque De la Rúa ganó esa elección.
El balotaje se gana la noche de la primera vuelta
Como ocurrió en 1999, cuando asesoró a De la Rúa, o en 2003, cuando aconsejó a Macri en su campaña para la jefatura del Gobierno porteño (ganó esa vez Aníbal Ibarra), nunca se sabe quién lo trajo al país ni cuánto ni cómo se le paga.
En los años de la Alianza se hablaba de un estipendio de USD 25 mil por mes. Es poco para los valores de hoy. Es difícil que alguien aporte datos y las fantasías se remontan hasta explicaciones novelescas, como que hay mecenas internacionales del conservadorismo que patrocinan a candidatos de las derechas oblando el pago de asesores. Se esperaba esto detrás de Milei, pero no en el caso de Patricia. Se sabrá algún día, wikileaks mediante.
Morris conoce bien la Argentina porque ha trabajado en varias campañas, aunque reclama discreción sobre sus pasos. Ninguno de los campañólogos que rodean a Patricia admitía este fin de semana saber qué hace Morris. Patricia está a punto de ir a un balotaje y Morris sostiene que un balotae se gana con el discurso de la noche de la primera vuelta. Es cuando no hay que equivocarse.
Cerrar el Senado, menos democracia
En estas crisis hay respuestas que entran en la antología de las zonceras criollas. Antes fue vender el Tango 01 porque era caro; después el lema “ramal que para, ramal que cierra” del menemismo privatizador; la eliminación de la SIDE en los proyectos nunca cumplidos de De la Rúa y de Macri. Ahora es el concierto entre oficialismo y oposición de la provincia de Buenos Aires para eliminar el Senado como efecto del escándalo del chocolatazo.
Ese caso perece impregnar a todos los partidos de la Cámara de Diputados de Buenos Aires, en una nueva muestra del financiamiento opaco de la política, pero provocó la respuesta sobre la necesidad de instaurar un sistema unicameral. ¿Por qué no eliminan la Cámara de Diputados si ahí anidó el caso del cajero automático de los ñoquis?
La reacción no puede ser menos auspiciosa. Ir hacia una legislatura unicameral es reducir la democracia eliminando el sistema de doble lectura de los proyectos de ley, simplificar controles sobre los otros poderes cuando son más necesarios que nunca y darle otro golpe al federalismo. Los senadores provinciales rigen en provincias grandes, donde los territorios tienen una presentación a través de la Cámara Alta: Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos, cuatro de las siete provincias más grandes tienen las dos cámaras.
La CABA nació en 1994 directamente sin Senado. Tucumán eliminó el Senado en 1990 con una reforma en la que gravitó de manera principal el partido Fuerza Republicana, del ex general Bussi. Córdoba eliminó el Senado en 2001 con una reforma promovida por José Manuel de la Sota. El constitucionalista Antonio María Hernández ha escrito mucho sobre el deterioro de la calidad institucional que trajo esa reforma en Córdoba.
(De la columna “Asesor estrella para Bullrich, el debate sobre el debate y la debilidad de Máximo Kirchner” – Avant Premiere, en Clarin de hoy. http://www.clarin.com/politica/asesor-estrella-bullrich-debate-debate-debilidad-maximo-kirchner_0_7oNuNj3NI2.html?fromRef=twitter=)