Cuando un hecho político contradice los prejuicios, faltan las palabras para explicarlo. Ocurre en estas horas con la victoria radical de Mendoza, que contradice el contexto que domina en la oferta explicativa de la política criolla, acerca de una ola que ya ha consagrado un triunfo político del peronismo opositor en las presidenciales de octubre. La primera lección del resultado mendocino es que no hay que sacar leyes generales de elecciones provinciales. Lo de Mendoza confirma la percepción de que el 27 de octubre es un compromiso electoral abierto. Los festejos tienen sordina, porque a los propios protagonistas de esa victoria les cuesta vencer los prejuicios del oficialismo nacional, que insiste en mirar los resultados de las PASO del 11 de agosto con los ojos de la oposición. En algún momento habrá que encontrarle explicación a ese fenómeno de opinión. También les pone sordina el estilo moderado de los mendocinos, que huyen de la desmesura y hacen culto de la convivencia, aun con los adversarios más enconados. Tampoco ayuda a la explicación la complejidad del fenómeno, que pone en juego fuerzas contradictorias, que hay que ordenar, para una comprensión acertada de lo que pasó. Aquí algunos elementos para tener en cuenta:
- Nadie creyó nunca que el peronismo podría ganarle estas elecciones al oficialismo de Cambiemos, que ya se había quitado el ropaje aliancista. La factura se la pasan a Alberto Fernández y al despropósito de los demás gobernadores, que desembarcaron el martes anterior en esa provincia haciendo una muestra insolente y aeronáutica de inmodestia, algo que rechazan los mendocinos siempre que pueden. Para entenderlo, el gobernador de esa provincia no tiene avión, ni residencia oficial, ni reelección.
- La victoria de Rodolfo Suárez es la segunda más amplia de un gobernador, después de los 20 puntos que le sacó en 1991 Rodolfo Gabrielli a Víctor Fayad, jefe político histórico del ganador de ayer, y que fue otro intendente mágico de la Capital mendocina. El “Viti” no llegó a ser goberndor como su discípulo Suárez ahora.
- El triunfo de Suárez es también del saliente Alfredo Cornejo, que logra este resultado desde un lugar complejo. Se erigió en el crítico más severo de Mauricio Macri dentro de la Alianza Cambiemos. Mocionó en su momento por el cambio de candidato presidencial, en favor de María Eugenia Vidal. También advirtió con en cuestas propias que el gobierno iba a una derrota amplia en las PASO. No le hicieron caso, le votaron en contra también en la Convención del partido, y aisló la campaña mendocina de toda connotación nacional.
- Ese desentendimiento fue formal y hacia afuera, porque siguió recibiendo el apoyo del gobierno nacional. La provincia fue visitada en las últimas semanas por Rogelio Frigerio y otros funcionarios, como Alejandro Caldarelli, el responsable en Interior de las relaciones financieras con las provincias. Cornejo se cansó de hostigar a Macri, pero el gobierno nacional le cumplió hasta con formalidades, como la firma de la licitación de la obra en Portezuelo del Viento. Esta será la mayor obra de ingeniería civil de la historia de Mendoza, y será una de las represas más grandes del planeta, con un valor de inversión de más de USD 1.000 millones. Los fondos los adelanta el gobierno federal.
- Anoche Cornejo desmadejó en un diálogo con la prensa la relación con Macri y el gobierno nacional. Dijo que se había llevado mal con él, pero se comprometió a acompañarlo en la campaña. Anunció que el sábado estará Macri en Mendoza y fustigó al peronismo por nacionalizar los comicios de ayer. Las palabras de Cornejo fueron el comienzo de la reconciliación con el macrismo nacional. Es comprensible, porque el estará el 27 de octubre en las listas de Juntos por el Cambio, como candidato a diputado nacional. Es la misma tira que lleva a Macri como presidente. Asegurada la gobernación para el partido que preside, el interés de Cornejo es ahora abroquelar posiciones con el macrismo nacional.
- Cornejo castigó a Alberto Fernández por la nacionalización de la campaña, una carta esperable en un peronismo que estaba condenado a perder, ante el radicalismo gobernante. Más cuando la candidata era Anabel Fernández Sagasti, que representa lo contrario que busca representar Fernández. La senadora y excandidata es, junto a Axel Kiccilof y Jorge Capitanich, parte del tridente más cercano a Cristina de Kirchner. Fernández, en cambio, se hace respaldar por los gobernadores del otro peronismo, que son quienes bajaron a la ex presidente de la fórmula. Fernández fue con ellos a la campaña mendocina, para mostrar los dientes del candidato nacional, no tanto a respaldarla a Sagasti. Esta disidencia gobernadores-Cristina es clave para entender el proceso del peronismo en campaña.
- Con este juego de tira y afloje frente al macrismo, Cornejo consiguió un triunfo formidable para el partido local y para el radicalismo nacional. La prueba es que en lugares como San Rafael, adonde gobierna el peronismo, Suárez ganó el domingo la elección a gobernador. Lo hizo sonreír a Ernesto Sanz, cacique sanrafaelino que no esperaba tanto. Con ese resultado se convierte en un buen socio de Macri hacia el 27 de octubre, fecha en que tendrán que pelear juntos. Mendoza es 5° distrito en cantidad de votos y aporta mucho a un resultado nacional. Cornejo se reivindica en esa relación no sólo por el resultado electoral, sino porque refuerza su posición frente a otros sectores del radicalismo, como el más cercano a Olivos -el de Mario Negri-, y frente a la socia más crítica de él en Cambiemos, Elisa Carrió. En ese balance hay que poner que Cornejo encabezó en los dos últimos años la crítica a la política energética del gobierno, logró cambiar el esquema de aumento de tarifas, y se cobró la cabeza de Juan José Aranguren. Macri no ha olvidado eso, pero esas críticas le dieron un rumbo nuevo a su gobierno y lo resguardaron posiblemente de males mayores.
- Hacia adentro de Mendoza los ajustes son otros. El ganador Suárez no pertenece a la misma línea interna de Cornejo. Éste intentó, como otros mandatarios de esa provincia, promover una reforma constitucional para poder ser reelegido. Tenía otro candidato para la sucesión, su ministro de Economía Martín Kerchner. Perdió la nominación en las PASO local y debió ceder la sucesión. Suárez ya tiene en marcha una ronda de consultas, para integrar el nuevo gobierno desde el 10 de diciembre. En esa grilla están los nombres del ex ministro de Economía de Cornejo Enrique Vaquier, que dejó la cartera para competir por la sucesión; fue vicepresidente del Banco Nación durante algunos meses. Otros de los mencionados son el parlasur Gabriel Fidel, Alejandro Gallegos -que fue subsecretario de Presupuesto de Nicolás Dujovne hasta hace un año-, y Lisandro Nieri, actual ministro de Gobierno de Cornejo, y delegado de éste en negociaciones políticas con Olivos. También figura Marian Juri, secretaria de Turismo y Cultura de la capital mendocina. Deberá decidir Suárez si continúa en el cargo Jaime Correas, el ministro de Educación de Cornejo – el cargo es de Director de Escuelas, con autonomía constitucional -. Correas es el creador del “ítem aula”, un sistema de promoción del presentismo de los docentes, que redundó en una solución estructural a los paros docentes. Lo estudian otras provincias, y es un mérito de la administración de Cornejo. Correas es un escritor de prestigio, que puede ser confirmado como ministro educativo en la nueva gobernación de Suárez.
- Cornejo refuerza con esta victoria su papel como presidente de la UCR, cargo que deja en diciembre. Fue elegido como un “amarillo” que hoy ya no es más. Fue a ese cargo, que dejaba José Corral, como un desempate entre dos sectores. Uno, empujado por Marcos Peña, proponía en 2017 a José Cano. El resto del partido le interpuso la candidatura de Gerardo Morales, que dijo que no por sus responsabilidad como gobernador de Jujuy. Ahí quedó Cornejo, que era en aquel momento el mejor amigo de Macri. Dejó de serlo, y hoy es un tábano que presionó en todos los terrenos – comenzando por las tarifas, que le costó la cabeza a Aranguren; siguió con debate con Elisa Carrió, aliada de fierro de Mauricio. En dos años se convirtió en un contradictor de Olivos, a quien le pidió la prueba de amor de que le bajasen al conservador Omar De Marchi como competidor en las PASO a gobernador. Se lo mantuvieron desde Olivos, y hoy integra la lista de diputados que encabeza el gobernador. Cornejo no perdona eso, y se va a convertir en el Congreso en una piedra en el zapato de los socios de la alianza macrista, que intentará sacarle a los “amarillos” de su partido, el control del bloque. En esa movida también incluye la batalla para la sucesión en la presidencia del Comité Nacional. Está herido, porque el balance de la gestión le genera observaciones hacia adentro: la UCR perdió cinco ciudades grandes – Córdoba, Paraná, Santa Fe, Santa Rosa, Neuquén -, quedó en minoría en la convención nacional, perdieron la silla en el Consejo de la Magistratura, por primera vez en la historia no hay un radical en la fórmula presidencial, no logró imponer a su sucesor en la gobernación, el ex ministro Martín Kerchner, que además perdió ante el candidato de De Marchi las PASO, para intendente de Luján de Cuyo. En cada uno de esos resbalones hubiera querido tener algún apoyo de la mesa del Pro. Es un fiero adversario, audaz y juega al límite, como si no tuviera plan B, y va a mostrar que el Pro se ganó un adversario firme.
- Si Macri logra la reelección, Cornejo peleará la presidencia de la cámara de Diputados, que el oficialismo le tiene preparada a Cristian Ritondo. Si éste se le impone, Cornejo querrá la vicepresidencia de la cámara, que hoy tiene José Luis Gioja por el acuerdo interpartidario que lo consagró como presidente a Emilio Monzó, pese a ser su bloque una minoría en la cámara. Sin Monzó ese acuerdo muere. Una vicepresidencia le puede dar gran visibilidad – y medios logísticos – a un dirigente como Cornejo, que querrá volver a la gobernación de Mendoza en 2013.
- Si su partido no gana, y el peronismo se queda con la presidencia de la cámara, Cornejo buscará la presidencia del interbloque, aunque es difícil que pueda quebrar la mayoría para seguir en ese cargo – y también la presidencia del bloque UCR -que tiene Negri. Estos dos cargos tienen que estar en la misma persona, y es difícil que Elisa Carrió, que maneja uno de los tres bloques de la alianza, tolere ya la jefatura de Cornejo, uno de sus principales críticos. Cornejo, en ese caso, deberá resignar posiciones, y buscar protagonismo en alguna de las comisiones importantes de la cámara. Del lado del Pro las cosas parecen más sencillas. No reelige Nicolás Massot, quien además toma licencia hasta el 10 de diciembre para viajar a la Universidad de Yale a un curso de posgrado. Está enojado por la fumigación de Olivos sobre el sector de Monzó, al que pertenece. No renuncia, por si lo necesitan antes del final de su mandato, caso en el cual suspendería su licencia, para venir al país. Lo reemplazará durante su ausencia Álvaro González, que renueva la banca y ocupará la titularidad del bloque Pro después del 10 de diciembre.
- Por eso el bloque de la UCR puede llegar a tener en el nuevo turno 43 diputados. En 2015 ganó 19 bancas, que se redujeron a 15 por renuncias y muertes y el acuerdo con la mesa de Olivos es mantener ese número. Suma dos bancas por Capital: al suplente de Martín Lousteau, Álvaro de Lamadrid, y a Carla Carrizo, que se suma al bloque desde Eco, donde está hoy. Todo eso refuerza el nuevo ciclo radical. Cornejo comparte con los ganadores en la convención del partido, la idea de que la UCR debe tener un nuevo presidente, que no dependa de un decreto ni de los fondos de Macri. Nadie apuesta aun a dar nombres para sucederlo a Cornejo en la presidencia del Comité Nacional, que debe ser elegido a fin de año. El único sector activo en la planificación del futuro partidario es el que anima Enrique Nosiglia en la Capital Federal. El hombre fuerte del radicalismo suele actuar siempre en función de otros nombres, y valida o veta las decisiones más importantes. Será otro round de confrontación con Carrió dentro de la coalición. Coti tiene una difícil convivencia con la jefa de la Coalición, bajo el amplio paraguas de Macri, que los tiene a los dos como socios con platea preferencial, y teléfono rojo las 24 horas del día. Igual terminan en acuerdos racionales. En el cierre de las listas de candidatos a las PASO, Lilita, así como explicó su opción por Pichetto vice – algo tan inesperado como el fichaje del rionegrino, no frenó la nominación como candidato a diputado del nosiglista Emiliano Yacobitti. Se cobró carísima esa concesión, con posiciones para los candidatos de la Coalición. Los delegados de Carrió, que negociaron en silencio y con sentido de la defensa de su interés, encabezan listas en distritos como la CABA y Catamarca (Maxi Ferraro y Rubén Manzi). Por el número de candidaturas entrables a la cámara, el bloque de Carrió puede subir de los 10 que tiene ahora, a 14. Es la bancada que más aumenta de todas, respecto de lo que tenía. En la Capital, la Coalición logró además que el reparto de las candidaturas a comuneros – el primer escalón en la escala zoológica de la política porteña – sea 2, 2 y 2: dos para el Pro, dos para la UCR y dos para coalición.
- Se entiende el compromiso de la UCR y la CC en este distrito. Participarán de una elección que el oficialismo descuenta que ganará por gran diferencia, y sin dudas. Estar en ese club es jugar a ganador, y participar del gobierno del principal distrito de la coalición. Allí se jugará la disputa de poder por el 2023, le vaya como le vaya a Macri. Si hay reelección, el escenario hacia adelante es la dimensión desconocida, porque sumará un actor principal, Pichetto. Si con el bloque federal en el Senado, una de las minorías de la cámara y del peronismo, hizo todo lo que logró, ¿qué no hará como vicepresidente? Unificará los bloques del peronismo en las dos cámaras y se convertirá en el futuro candidato presidencial para 2023. Si ese bingo se da, tendrán que revisar sus expectativas quienes se anotan para esa fecha, como Horacio Rodríguez Larreta o Martín Lousteau.